HUGO QUINTERO BERNATE | El Nuevo Siglo
Martes, 22 de Octubre de 2013

ARRECIFES

Partidos con dueño

Uno  de los grandes fracasos de la Constitución de 1991 ha sido el fortalecimiento de los partidos políticos como pilares necesarios de la democracia. La manifiesta intención política de romper el bipartidismo facilitando la existencia de grupos, movimientos y partidos, terminó convertida en una proliferación de organizaciones políticas de garaje, sin ninguna unidad ideológica y con el único y definido propósito de ser expendedores al mayor,  al detal y al mejor postor, de avales electorales.

Pero el mayor fracaso se refleja en que los partidos políticos nuevos no han podido desarrollarse como personas jurídicas independientes y autónomas, sino que son simples extensiones del caudillo ocasional alrededor del cual se organizan. Mockus, Fajardo, Garzón, Peñalosa, Petro y Uribe, son claros ejemplos de esa situación. Sus movimientos duraron lo que ellos en la escena política o se rompieron cuando decidieron que ya no representaban sus intereses, sino los de otros.

El caso del Partido de la U es probablemente el más patético de todos. Esa famosa “U” se la inventaron para asociarla con el Uribe del entonces Presidente de la República y aprovechar su indudable popularidad como gancho para quienes se lanzaron en las elecciones legislativas de la época al abrigo de tan poderosa sombrilla.

Bajo esa misma razón social lanzaron y eligieron a Juan Manuel Santos, pero como ahora a Uribe le parece que aquél no lo representa, querría llevarse su “U” para otra parte. Como no puede hacerlo, entonces lanzó un movimiento en el que, ¡oh sorpresa!, el elemento identificatorio más grande es el de su propio nombre. En ese detalle, donde el hombre es el partido, está simbolizada toda la política colombiana. Y como cada partido tiene un dueño, así se manejan, como fincas o feudos privados en el que cada quien hace lo que quiera, aunque siempre intentando mantener ciertas formas para aparecer como algo que no son: democráticos.

En el movimiento de Álvaro Uribe, por ejemplo, es obvio que el dueño es él. Y es igualmente claro que está enhuesado con Francisco Santos como precandidato a la Presidencia con el más alto reconocimiento público por encima de Óscar Iván Zuluaga, que  evidentemente es el candidato preferido de sus “carnitas y sus huesitos” para que le cuide lo que J. M. Santos ha dejado de “sus huevitos”.

Con esa popularidad, Pacho Santos jugaba con grandísima ventaja sobre los demás candidatos de su movimiento en la consulta popular que inicialmente estaba pactada, porque ni Óscar Iván Zuluaga y menos Carlos Holmes Trujillo mueven la aguja del reconocimiento popular. Por eso, el dueño del movimiento dispuso de un plumazo cancelar la consulta popular. Demasiada democracia para su gusto. En su lugar habrá  convención para elegir candidato único. Y como para que no quede duda de quién es el amo y señor, se rumora que, al mejor estilo del PRI, se reservará el derecho al “dedazo” si el candidato aclamado por la convención no despega o no es de su agrado.

A Uribe le sale más barato simplemente imponer a Óscar Iván Zuluaga. Al fin y al cabo la pelea ahí es por demostrar quien le obedece mejor al Patrón.

@Quinternatte