JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 10 de Junio de 2012

Pequeña reflexión sobre la corrupción

 

A veces cuando se habla de corrupción termina sólo saliendo a flote un número. Se señala la cantidad de millones perdidos, se despierta la indignación cuando se hacen las comparaciones de todo lo que pudiese haberse hecho con ese dinero desaparecido y se pasa la página hasta que aparece otro escándalo de las mismas -o tristemente-, de peores consecuencias. Pero lo reducimos a eso, a un faltante en el erario, a un robo planificado, como si detrás no existiesen actores que en la práctica terminan sufriendo verdaderamente el costo indirecto de la corrupción.

En primer lugar el Estado. Y no sólo porque toda la plata que desaparece tiene que cubrirse de alguna manera, sino porque todo lo que suene a política hoy es un sinónimo de fechorías y sinvergüencería, que no hace más que reforzar el fenómeno maldito que lleva muchos años lastimándonos como sociedad y que podría resumirse a la ligera como plata fácil. Hoy hablar de política es hablar de una oportunidad para volverse millonario, fácil, rápido y sin demasiado esfuerzo.

Pero también está la economía del país, que redunda en el bienestar de todos los colombianos por igual. La infraestructura que tanto se menciona como motor para salir de la pobreza, y aún más en medio de los tratados de libre comercio, es un botín añorado por los amigos de lo ajeno. Por eso estamos en todas las mediciones al respecto en puestos deprimentes, como si apenas estuviésemos en capacidad de ubicarnos por encima de uno que otro país africano.

En tercer lugar los profesionales que tienen contratos con el Estado. De repente cualquiera que ofrece un producto o presta un servicio al Estado es un ladrón sin escrúpulo alguno. La credibilidad de los profesionales termina en el piso, los productos catalogados como mediocres y sus conceptos como amañados, por decir lo menos. Por cuenta de unos pocos termina perdiéndose conocimiento valioso para el futuro de un país que sigue sin encontrarse.

Y aunque seguro hay muchos más, quizá estos nos ayuden a reflejar por qué estamos como estamos. Nuestros líderes no tiene credibilidad, nuestro futuro y sostenimiento económico se aplazan indefinidamente y nuestro conocimiento se desprecia por cuenta de ese fenómeno que como decíamos al principio, terminamos reduciendo a un número.

La corrupción tiene que empezar a ser evaluada como un fenómeno complejo que trasciende la pérdida de dinero y esa es una labor que recae en todos los afectados, directa o indirectamente. Parece que este gobierno ha dado algunos pasos, pero no podemos seguir esperando a que hagan todo por nosotros.

@juandbecerra