La situación de Venezuela empeora cada día en todos los aspectos. La dictadura endurece cada vez más sus medidas opresivas y el sufrimiento del pueblo se incrementa mientras Maduro y sus compinches conducen a su país hacía una dictadura tipo Cuba. Naturalmente esto implica que la economía seguirá hundiéndose, menos alimentos, menos medicinas, en otras palabras, más miseria. Al régimen no le importa que los desafectos emigren, pues habrá menos peligro de una rebelión popular. La mayoría de los pudientes ya salieron y desde hace tiempo tienen sus capitales en el exterior, de manera que si les expropian los bienes que aún tienen en Venezuela, su futuro económico está ya asegurado. Pero ¿hacia dónde pueden tratar de escapar del hambre y de la falta de medicinas aquellos que no tienen recursos? Obviamente cruzando las fronteras, esencialmente a Colombia; Brasil y Guyana son de más difícil acceso, con diferencia de idioma y fronteras en su mayoría territorios selváticos, mientras que la frontera colombiana, aunque también tiene áreas selváticas, tiene muchos centros poblados, de ambos lados y acceso fácil, por ejemplo, la región de Zulia, Maracaibo y las ciudades de la costa norte colombiana; Táchira y Mérida San Cristóbal frente a Cúcuta con vías de comunicación a Bucaramanga y al centro de nuestro país.
Y una inmigración masiva, como ya está ocurriendo, supone para Colombia graves dificultades. No podemos rechazarlos, sería inhumano, pero difícilmente podemos asimilarlos. Si no tenemos trabajo para los colombianos, menos para una afluencia adicional de inmigrantes y miles de personas, sin medios de fortuna, durmiendo en parques y calles que representan un problema humanitario y de orden público. Está bien que nuestro gobierno comience a preparar un plan de rescate financiero para Venezuela cuando caiga el régimen y busque desde ahora préstamos de unos US$60.000 MM con las entidades financieras internacionales, pero es más inmediato el problema de los inmigrantes que ingresan a un ritmo de aproximadamente 2.000 personas diarias. Tenemos que procurar alimento y salud a esta masa humana calculada, a hoy, en unas 650.000 personas.
Tiene razón el presidente Santos cuando dice que la medida más efectiva es el restablecimiento de la democracia, pero nadie cree que esto sería para mañana. Más realista la propuesta del ministro de finanzas del Brasil, Henrique Meirelles en la cumbre financiera del G 20,en Argentina, de que el FMI cree a corto plazo un fondo para ayudar a los refugiados venezolanos, pero se necesitará una fuerte presión internacional para que esto se concrete. Las instituciones internacionales no sueltan fácilmente sus recursos. Colombia, temiendo incentivar el ingreso de venezolanos, antes de elecciones, no está tomando las medidas urgentes que se necesitan y el problema arriesga salírsele de las manos.