La inversión perdida | El Nuevo Siglo
Domingo, 11 de Agosto de 2019

“Año fiscal 2020 será muy estrecho”

Tal como lo habíamos anticipado desde esta misma columna, el presupuesto nacional para la vigencia del 2020 y su componente de inversión es probablemente el tema más controversial de las finanzas públicas actuales en Colombia.

Por primera vez en muchos años el componente de inversión que aparece en el proyecto de presupuesto del 2020, no sólo no crece con relación al 2019, sino que decrece.

En el mensaje presidencial con que se acompañó el proyecto de presupuesto para el 2020 que empieza a estudiar el Congreso en estos días, puede leerse textualmente lo siguiente: “En materia de inversión, el monto previsto para 2020 ($40,4 billones), inferior al presupuestado para 2019, está en concordancia con la capacidad financiera de la Nación y su disponibilidad de recursos y con la decisión de política de mantener al país en la senda del cumplimiento de las metas fiscales”.

El componente de inversión -dada la inflexibilidad de los gastos de funcionamiento y del servicio de la deuda- suele ser el rubro de ajuste de las cuentas fiscales que anualmente se preparan, y por eso, en épocas de estrechez como la actual crece en un porcentaje inferior al total del conjunto presupuestal. Pero muy pocas veces se había visto una situación como la que se espera para el año entrante en que el componente de inversión no sólo no crece sino que decrece con relación a la vigencia del 2019.

Cuando se empiece a desmenuzar este proyecto de presupuesto en el Congreso habrá un crujir de dientes, pues las expectativas de inversión que el propio Gobierno se ha encargado de despertar entre la ciudadanía son infinitamente mayores de las que el presupuesto nacional puede asumir.

Baste recordar por ejemplo que en el plan cuatrienal de desarrollo se programaron inversiones por cerca de $ 1.200 billones. Haciendo una cuenta de cocina uno podría estimar que para hacer congruente el presupuesto anual con el plan de desarrollo, las inversiones autorizadas por el presupuesto debían ser del orden de $ 300 billones (una cuarta parte). Pero en el presupuesto del año entrante solo se contemplan inversiones por $40,4 billones como se ha dicho.

Como si lo anterior fuera poco, el propio Ministro de Hacienda ha declarado que para cumplir con las metas presupuestales del año entrante aún le están faltando $ 8 billones. Que no es claro de dónde van a salir. Si se espera que la venta de activos en empresas públicas provea esta cantidad, es bastante difícil (dados los trámites que impone la ley 226) que dichos recursos alcancen a entrar en el 2020 para adicionar el faltante presupuestal de 8 billones que el propio Gobierno está reconociendo.

Hay que reconocerle al Gobierno, eso sí, que en el proyecto de presupuesto para el 2020 se trasluce una sincera voluntad de reducir el gasto, de aumentar la eficiencia en el recaudo con mecanismos nuevos como la factura electrónica y de cumplir con los techos de déficit que impone la regla fiscal. Y esto hay que aplaudírselo al Gobierno.

Pero la precariedad de la inversión pública que traducen las cifras que hemos citado - y que, repito, provienen del propio Gobierno- hacen esperar un año fiscal 2020 supremamente estrecho y de inmensos debates en el Congreso y entre la opinión pública. Tanto más después de las gigantescas expectativas de gasto que el mismo Gobierno le ofreció al país y que quedaron consignadas en el Plan de Desarrollo.

 

Pd: Consejos de Cicerón sobre el buen manejo del presupuesto

Hace más de 2000 años Cicerón nos dejó el siguiente consejo sobre el buen manejo del presupuesto y de la Hacienda Pública, que sigue teniendo vigencia “El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos deber ser moderada y controlada, y la ayuda a otros países debe eliminarse para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado”