LIONEL MORENO GUERRERO | El Nuevo Siglo
Viernes, 1 de Noviembre de 2013

Peligros para la democracia
 

Cuando  un país no cree en sus instituciones porque, además de ineficientes, las considera corruptas, se está al borde de una crisis de incalculables proporciones. Los colombianos no creen en el Legislativo, sus supuestos representantes parecen estar más atentos a su interés personal, a las primas que se les pagan, a los viajes y otras prerrogativas. No son pocos los parlamentarios (hoy ex) que están en la cárcel y comprueban lo anterior. Parecido el caso de los funcionarios del ejecutivo. No hay confianza en ellos y pocas esperanzas de reganarla. El director de la DIAN afirmó que en esa institución hay muchos funcionarios corruptos pero que “no hay forma de evidenciar sus actos” y que “muchos funcionarios llenan los baúles de sus autos con dinero efectivo, productos de coimas que les entregan los que reciben sus favores.” La rama judicial es reconocida por su lentitud e ineficiencia que dejan proliferar la impunidad. Ahora un juez y diez funcionarios de la rama están detenidos acusados de cobrar para desviar procesos hacia juzgados considerados más favorables a los imputados y el magistrado del Consejo Superior de la Judicatura, Henry Villarraga, (ya involucrado en el caso del llamado carrusel de las pensiones), es acusado de pedir cuatrocientos millones de pesos a un militar para que un proceso en su contra pase de la justicia ordinaria a la penal militar. Tan grave como los casos mencionados es la acusación del magistrado de la Corte Constitucional, Jorge Ignacio Pretelt, a cinco de sus colegas de que en el fallo sobre el fuero militar “se inventaron un vicio de procedimiento con el objeto de evadir el análisis de fondo de un tema tan importante”. ¿Es esta una acusación de prevaricato por omisión, de rehusar un acto propio de sus funciones? Sería gravísimo. Todas estas situaciones deben ser aclaradas y decididas por la justicia a la mayor brevedad.
Cuando la sociedad no confía en sus más importantes instituciones se está en peligro de caer en un populismo totalitario, sea de derecha o de izquierda. Populistas fueron Hitler, Stalin y Mao, a cual más sanguinario. Populistas han sido los regímenes castrista y chavista. Todos se aprovecharon del caos imperante en sus países y de la inconformidad de los pueblos. La corrupción del gobierno de Batista y del de Venezuela impulsó a cubanos y venezolanos, en su desesperanza, a acoger a los demagogos como salvadores, como en su momento fueron los casos de Alemania, Rusia y China. Todos conocemos el resultado para las libertades y la economía de estos países y que ningún Ministerio para la Suprema Felicidad logrará recuperar. Tengamos entonces mucho cuidado los colombianos y esperemos que no surja un demagogo que nos arrastre al caos. La solución no está en nuevas leyes, está en la voluntad política para aplicar las existentes.