MARÍA CLARA OSPINA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 23 de Octubre de 2013

HILANDO FINO

La cuentista Nobel

Durante 113 años se ha adjudicado el Premio Nobel de Literatura. Sin embargo, solo 12 mujeres lo han ganado, entre ellas una sola latinoamericana, la poeta chilena Gabriela Mistral.

Este año celebramos que una mujer más se una al distinguido grupo. El premio recayó en la canadiense Alice Munro, convirtiéndola en la decimotercera en recibirlo.

Este número es muy corto, teniendo en cuenta la multitud de mujeres que se destacan en las letras desde hace varias décadas. Aun así, son pocas las que acceden a los premios más importantes, algo que nos hace pensar si los jurados sufren de miopía cuando es una mujer la que escribe.

De este premio celebramos también el reconocimiento del valor y la fuerza literaria que las historias cortas, o  cuentos, tienen en la literatura contemporánea. Algo que muchos editores y críticos niegan con insistencia.

Para un escritor latinoamericano es tan difícil lograr publicar un libro de cuentos, como lo es uno de poesía, otro género literario del que las editoriales huyen, según ellas, porque son géneros que el gran público no entiende y, por lo tanto, no compra.

Lástima, porque qué gran placer es dejarse deslumbrar por un buen cuento, por ejemplo, uno de Borges o de Chejov, asustarse hasta la médula con uno de Edgar Allan Poe, empaparse de polvo y miseria con uno de Juan Rulfo, o transitar la vida de uno de los personajes de  Alice Munro, quien se mete tan profundo en la idiosincrasia, debilidades, miedos y realidades, muchas veces absurdas, otras complejas, de los habitantes de los pueblos perdidos en el campo, rodeados de soledad e indiferencia.

Sentarse cómodamente y en corto tiempo sentir tantas sensaciones, enamorarse u odiar un personaje. Llorar, temblar o reír. Quedar completamente hipnotizado, sorprendido o acongojado  por una serie de eventos, contados con maestría en pocas hojas, con solo las palabras precisas para transmitir la idea, el paisaje, el sentimiento, tiene mucho de magia.

Por desgracia el mercado, no la calidad es quien manda. Por eso, hoy se publica tanta basura y eso es lo que se vende. No podemos negar que vivimos la era de lo mediocre, lo ordinario, lo ramplón, lo fácil. Un cuento, ensayo o poema que obligue a pensar, no tiene público.

Ojalá este premio sirva para incitar a muchos a comprar libros de cuentos y cogerles gusto. Este fascinante género literario es perfecto para nuestra época, en la cual nos queda tan poco tiempo para la lectura.

Quizá esto anime a las editoriales a publicar cuentos y a impulsar a los escritores a escribirlos. Los libros de historias cortas son una mina que los editores no han sabido explorar y explotar.

Celebro  también el Nobel de este año para Alice Munro porque  la Academia Sueca ha seleccionado a alguien sin un fuerte mensaje político, algo característico de los ganadores de los últimos años. Esta es una escritora bien conocida y leída, no por su posición política, sino por su estilo literario.