MARÍA CLARA OSPINA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 18 de Diciembre de 2013

Me declaro indignada

 

Me  declaro indignada con la actitud de víctima inocente, mártir de la democracia, perseguido político y todo el sartal de mentiras de los discursos, espectáculo, del sancionado alcalde de Bogotá, Gustavo Petro. Pero hay que reconocer que Petro, aunque ha sido un pésimo, insensato e ineficiente administrador de Bogotá, sabe echar discursos y ser manzanillo como el mejor; idéntico al difunto Chávez y a su sucesor Maduro; como ellos exagera, miente y manipula a las masas, para tapar sus costosas metidas de pata en la administración pública.

Gustavo Petro, sancionado y destituido por mala administración y faltas gravísimas e ilegales, bien documentadas, nos quiere hacer creer, con su acostumbrada soberbia, que la sanción impuesta por la Procuraduría, se trata de una vil persecución política contra él, “amante y defensor de la paz”, exguerrillero del M-19, algo que aparentemente lo vuelve intocable por la ley. Desde el balcón de la alcaldía se presenta como el “único amigo de los pobres”, responsable, intachable, buen administrador y sacrificado alcalde de Bogotá.

Como si los bogotanos no conociéramos el diario desespero que es vivir en una ciudad al borde del colapso, donde recorrer, en bus o carro, un kilómetro le puede tomar una hora, donde no se puede sacar un celular en público porque se arriesga uno a que lo maten por robárselo, (a lo que Petro responde cínicamente: “no saquen los celulares en público”), donde coger un taxi en la calle es un acto suicida, donde cada cual hace lo que le viene en gana, sin que haya gobierno, orden, o liderazgo de un alcalde responsable.

Será que los manifestantes, entre ellos muchos de los 80 mil empleados de la Alcaldía que temen perder sus empleos si no participan, no recuerdan lo que fueron los días de diciembre de 2012, cuando Bogotá, inundada de basuras sin recoger, temía el brote de infecciones y enfermedades. Y qué del despelote causado por  el descuido de los hospitales, o los miles de obreros de la construcción que perdieron sus empleos debido a resoluciones arbitrarias de Petro. Y qué de  la total parálisis de algunos proyectos inaplazables para la ciudad, como el Metro y la construcción de la avenida longitudinal para descongestionar el occidente de la ciudad. Ni en diez columnas se podrían enumerar todas las fallas de la administración Petro.  

Estoy verdaderamente indignada contra aquellos que después de clamar por castigo a los empleados públicos, irresponsables e ineficientes que ahogan el progreso y desperdician los presupuestos públicos, ahora, cuando por fin tenemos una Procuraduría eficiente, sancionando con los poderes que le concede la Constitución del 91,  buscan por motivos políticos, excusar a los sancionados, que quiero aclarar, no ha sido solo Petro, sino muchos, entre ellos: alcaldes, gobernadores  y senadores de todos los partidos.

Esta doble faz da la razón a aquellos que dicen que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen.

¡Al fin qué! ¿Quieren o no quieren que se vigile y sancione a los que incumplen con su deber?

Coda. ¿Puede Petro usar el Canal Capital para hacer proselitismo político? ¡Se le va a perdonar este abuso también!