“Sus miembros pueden sumar 30 o 50 mil pandilleros”
Investigar sobre la pandilla MS-13, más conocida por todos con el nombre de la Mara Salvatrucha, es verdaderamente escalofriante. Lo que hay escrito sobre ella es voluminoso; la brutalidad de sus miembros y sus crímenes son repugnantes, algo que parece sacado de los peores libros o películas de terror.
Son tantos los crímenes de estos pandilleros en EU, Canadá y Centroamérica que han sido designados por el gobierno norteamericano como “organización criminal transnacional” y se creó un cuerpo especial para combatirlos.
Los Mara se originaron en los años 80 cuando, huyendo de la guerra civil en su país, muchos jóvenes salvadoreños llegaron a Los Ángeles. Allí, para defenderse y proteger a sus familias de otras pandillas, en ese entonces más numerosas y ponderosas, se agruparon bajo ese nombre.
Hoy están dispersos por 46 de los 51 estados de ese país, así como en Canadá, México y casi toda Centroamérica. Algunos consideran que sus miembros pueden sumar 30 mil pandilleros y otros elevan esa cifra más allá de los 50 mil. Quizá sea la organización criminal más grande del continente.
No es un problema pequeño. Son muy difíciles de combatir, pues quien los delate enfrenta la muerte, luego de horrendas torturas. La disciplina a que son sometidos sus integrantes es draconiana, cualquier falta o traición al grupo puede significar pavorosos golpes, desfiguración o muerte. La vida de los pandilleros pertenece completamente a la organización.
Manejan un lenguaje especial, no solo de palabras, sino de gestos, señas y tatuajes. Generalmente se tatúan completamente el cuerpo con figuras de una secreta simbología. Su primera prueba es aguantar una golpiza de sus compañeros por 13 minutos. De ese momento en adelante pertenecen a la Mara y deberán cometer los crímenes que les ordenen: robar, violar, secuestrar, torturar y matar, si es lo que la banda quiere. Hay ritos establecidos para todo y nadie deja la pandilla una vez que es admitido. Abandonarla es considerado traición brutalmente castigada.
No hay crimen, por más atroz que sea, que estos maleantes no hayan cometido, ya sea con los puños, a machetazos, cuchillos o armas de fuego. Están involucrados en trata de personas, distribución y venta de drogas, millonarios secuestros y desapariciones.
Defienden sus territorios como si fueran naciones independientes y en ellos su palabra es la ley. Han puesto varias veces al gobierno de El Salvador en jaque y ahora participan en la guerra entre los carteles mexicanos.
El origen de su nombre no es claro. Algunos piensan que viene de la guerrilla salvadoreña Salva Trucha. Otros que el nombre se formó uniendo dos palabras de la jerga Caliche: mara, que significa pandilla, proveniente del nombre de las colonias de las agresivas hormigas marabuta; y trucha, que significa estar alerta.
Donald Trump, desde que comenzó su campaña para la Presidencia, mencionó la Mara Salvatrucha como uno de los más peligrosos resultados de la inmigración ilegal y declaró que, una de las prioridades, sería perseguir a sus miembros, deportarlos o encarcelarlos, algo que está cumpliendo.
Por este motivo la pandilla es hoy fieramente perseguida por fuerzas especiales, el FBI y la Policía de Inmigración y Aduana de USA (ICE).
Demos gracias que hasta el momento no parecen tener aún presencia importante en Suramérica. Ya veremos si los nuevos esfuerzos para derrotarlos son efectivos.