Nada más preocupante que un nuevo escándalo en las instituciones militares, en semejante crisis que estamos viviendo como es la pandemia. Es la denuncia por seguimientos y perfilamientos ilegales desde la inteligencia militar, de manera ilegal y sin que se sepa por orden de quién, para qué y con qué intención se estaban haciendo.
¿Qué clase de intereses ocultos hay detrás de todo esto?
¿Para qué se estaban haciendo seguimientos a distintas personas pertenecientes a medios de comunicación nacional e internacional, líderes políticos, defensores de derechos humanos y hasta funcionarios del alto gobierno?
¿Qué se pretendía con los llamados perfilamientos que estaban haciendo, que más bien, por lo menos en un caso según se ha sabido, parecerían hechos por un estudiante de primaria?
Todo en este país es como para un nuevo libro de García Márquez. Hasta un alto funcionario que fue seguido por la inteligencia militar y tiene experiencia en el Ministerio de Defensa y otros importantes cargos, sale en declaraciones radiales a decir que la inteligencia y contra inteligencia del Ejército dependen de una misma persona, afirmación que al oírla, todo el que sepa de estructura de Estado y más habiendo trabajado en esa área del gobierno, sabe que sería una locura que sea así.
Minutos después fue rectificado por el Comandante General de las Fuerzas militares quien dijo que sería un absurdo si así fuera.
Entonces, ¿es falta de información de este alto funcionario?
No podemos en Colombia continuar con escándalos permanentes en nuestras Fuerzas Armadas.
Es muy grave las acciones cometidas por parte de varios oficiales que trabajaban en la red de inteligencia del Ejército, pero es aún más grave es que nadie diga qué oficial dio esa instrucción.
No puede ser que como se está expresando en algunos escritos que están circulando se trate de una competencia de poder entre quiénes tienen la responsabilidad actual en los distintos cargos de las Fuerzas Armadas y quienes ya salieron, pero que continúan con vínculos en el interior de las fuerzas. Si esto fuera cierto hay que poner toda la fuerza del Estado para que los responsables no sólo paguen con las medidas de sanción a que haya lugar, sino también con la responsabilidad penal que tendrían sus responsables.
No se puede permitir que el compromiso, tanto militar como de la policía de lealtad, honor y disciplina que deben guardar sus integrantes se rompa. Uno de los grandes problemas que se han venido presentando es la pugna y conflictos en las distintas instituciones armadas entre altos oficiales. Si se deja que continúen estas actitudes los problemas se ahondaran y casos como el de los seguimientos que ahora se han presentado continuarán.
Por último, tanto la Procuraduría General de la Nación como la Fiscalía deben actuar con rapidez y dar a conocer tanto los resultados de sus investigaciones ante estas situaciones, como las decisiones y sanciones que cada una deba tomar en cumplimiento del objetivo para los cuales fueron creadas.
Ya el Ministro de Defensa comunicó las determinaciones que el Gobierno tomó. Ahora necesitamos claridad y justicia en las investigaciones, tanto de la Procuraduría como de la Fiscalía.