Las abuelas, los curanderos de pueblo y los chamanes indígenas siempre lo han sabido: las plantas medicinales no solo sirven para mejorar la salud, en muchos casos también nutren y condimentan las comidas.
Pero estos conocimientos de arraigo popular, provenientes de la mezcla de la sabiduría de los pueblos precolombinos y las costumbres aportadas por los conquistadores, han ido perdiendo vigencia ante una cultura que los ignora o no los valora.
Aunque la investigación científica en Colombia es todavía incipiente, especialmente en temas que beneficien al sector rural, hoy no son pocos los esfuerzos que se hacen por rescatar esos valiosos conocimientos. Universidades, centros científicos, comunidades e instituciones interesados en el tema desarrollan importantes investigaciones pertinentes.
La Fundación Mariano Ospina Pérez, con el apoyo del Icetex, el Banco Agrario y Finagro, entregó recientemente los premios a los ganadores de su convocatoria al Premio Mariano Ospina Pérez, el cual este año se tituló: Plantas Medicinales de Colombia.
Se premiaron los trabajos que destacaron el potencial para generar desarrollo a partir del cultivo y el uso de estas plantas medicinales y aromáticas, para combatir con ellas las enfermedades y la desnutrición que agobian a vastas regiones colombianas.
Los premios fueron para tres investigadoras, algo que dice mucho del importante trabajo de la mujer en este tema y que incentiva el cierre de la brecha de desigualdades de género en el entorno científico.
La ingeniera ambiental Yudy Tatiana Huertas obtuvo el primer premio por su estudio sobre el cultivo y uso de la Pimpinella Anisum (anís). Ella explica: "Esta planta medicinal ayuda a aliviar los cólicos estomacales, incluso en bebés lactantes. Contiene un alto porcentaje de nutrientes, por lo tanto, al consumirse, aun en pequeñas cantidades, ayudaría al aumento de nutrientes en el cuerpo de los niños de la Guajira, evitando la mortalidad y las enfermedades por desnutrición”. Además, el anís aumenta sustancialmente la producción de leche en las madres lactantes y es fácil de cultivar.
El segundo premio fue para Eleonora María Núñez, del Valle del Cauca, por su trabajo: La botica del paraíso colombiano; una iniciativa para crear un “Vademécum” de las plantas medicinales, aromáticas y condimentarías, su uso y propiedades. Una paginaX web para la difusión e intercambio del conocimiento. Todo unido a un trabajo de campo en Cerrito Valle y municipios cercanos: siembra, cosecha, procesamiento y comercialización.
Sandra Patricia Bohórquez ganó el tercer premio por el desarrollo del primer Jardín etnobotánico de Colombia, en el municipio de Zipacón, Cundinamarca. Iniciativa, apoyada por el alcalde y la comunidad, con la que se busca la reconstrucción de la memoria histórica de las plantas medicinales de la región y el fomento de la producción para el autoconsumo.
Para Bohórquez la frase de Hipócrates: “Que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina,” es su motor: “Hacer que éste sencillo principio lo podamos convertir en una propuesta artística, de restauración de paisajes y de conocimiento popular, para uso diario, fue la razón por la cual pude compartir el podio con otras dos mujeres en la edición 2017 del premio Mariano Ospina Pérez”.
En Colombia, donde diariamente criminales se enriquecen robando la comida de los niños más necesitados, es reconfortante ver los esfuerzos que otros hacen para combatir la desnutrición con armas tan sencillas como las plantas medicinales.