Creo que los eventos sucedidos en Francia últimamente nos llevan a reflexionar sobre las causas de lo que allí está sucediendo. Las huelgas y virulentas protestas que han desembocado en afectaciones al medio ambiente, a la economía, la cultura y demás sectores que han hecho de este país, una de las potencias mundiales, con un PIB de 2,639.092 ME que la ubica en la séptima economía en el ranking de 196 países, dejan pensativo al mundo que los observa. Nadie desconoce el reconocimiento de este país, su presencia en las cumbres mundiales y sus aportes en las grandes decisiones de la Unión Europea y del resto del planeta.
Las protestas se han dado por diferentes motivos: falta de combustible, inflación galopante, desabastecimiento de víveres y otros productos, hasta el cambio climático y lo que está sucediendo con el medio ambiente. Otro detonante fue la decisión de Macron de subir el número de años para la obtención de la pensión de 62 a 64 años. A lo que se sumó la muerte de un adolescente, repartidor de comidas Nahel, por parte de un policía, al no parar en un retén, lo que generó una violencia barrial salida de todo control.
Cada vez que voy a Europa y veo la proliferación de migrantes del mundo árabe, africanos, no dejo de pensar que están pagando la deuda histórica con los países que colonizaron y expoliaron durante tantos años.
Francia, madre de la democracia mundial, se ha caracterizado por importantes huelgas y manifestaciones de un pueblo que siempre lucha por sus derechos e igualdades. Recordemos la más importante, en 1789, la de una multitud de personas hacia el Palacio real, obligando a la familia real a volver a París y rendir cuenta de por qué no había cumplido con la solución de su pobreza. Más tarde se tomaron la Bastilla e hicieron la famosa jornada de octubre, que desembocó en una terrible masacre en el famoso Campo de Marte.
Saltando varias centurias, ubiquémonos en una de las grandes protestas del siglo 20, año 68, testigo de la guerra del Vietnam y la revolución mundial estudiantil, que se originó en mayo cuando en la Universidad de Nanterre, los jóvenes comenzaron a exigir la posibilidad de visitar y compartir los dormitorios con mujeres. Esto desembocó en una de las mayores huelgas que haya sufrido Francia. En general, rechazaban el autoritarismo académico del momento, no se entendía por qué los estudiantes no podían circular libremente entre los dormitorios de ambos sexos. A esto se agregó su reclamo contra la guerra de Vietnam y todo el poder imperialista, es decir, peleaban contra el sistema capitalista. Esta protesta de manera rápida llegó a la Sorbona, el rector permitió que entrase la policía y ahí fue troya. De la Universidad de Soborna las protestas migraron al barrio latino y ahí se dieron las famosas barricadas, se incineraron coches, se rompieron las ventanas, se dio el saqueo de negocios y demás exabruptos propios de estas manifestaciones. Hubo un saldo de más de mil heridos. Los trabajadores se unieron el sistema de transporte que entró en paro, se tomaron las fábricas y Francia quedó paralizada totalmente. Mayo para el presidente De Gaulle fue una pesadilla.
Lo importante fue que esa movilización a pesar de ser social y exigir varias reivindicaciones, solo logró un aumento del 35% en el salario de los trabajadores y que los estudiantes, finalmente, pudieron crear sus consejos o representaciones estudiantiles en los congresos de facultades.
A finales del siglo 20 y todo lo que llevamos de éste, Francia se ha caracterizado por las revueltas urbanas, siempre solicitando reivindicaciones de los barrios en donde la mayoría son migrantes, muchos sin empleo. En octubre del 2005, dos muchachos adolescentes, uno de 15 y otro de 17, murieron electrocutados por esconderse de la policía. Allí se generó una violencia urbana que los franceses no olvidarían fácilmente. Se retomó el concepto de hombre marginal, que había sido un paradigma en 1928. Sus reivindicaciones fueron eminentemente sociales. En el 2007, se dio otra gran protesta del mismo corte.
Con esto quiero decir que Francia está acostumbrada a las protestas y que lo que sucede hoy, no es novedad. Los franceses llevan arraigado en su cultura la protesta y la huelga. Se protesta contra la injusticia, por las pensiones, contra los salarios estancados, por considerar las políticas educativas como elitistas y discriminatorias, por la inflación, el racismo, es decir por todo lo que consideren va contra su bienestar y atenta contra sus derechos.
Macron recuerda a los franceses que aumentar la edad de pensión hizo parte de sus propuestas para hacerse elegir presidente. Afirma que la reforma “es impopular pero necesaria”, solamente así “se evitaría el colapso de generoso sistema estatal de pensiones” ... “se trata de ahorrar y prevenir el déficit”. Definitivamente gobernar es más difícil que ser gobernado. La oposición va siempre en coche y puede hacerse notar mucho, pero cuando tienen que gobernar pasan los sinsabores de las estrategias que utilizaron. Como en la vida, en la política todo se devuelve.