“Sector llamado a crecer con modernización del país”
Los colombianos somos muy dados a las exageraciones. O todo o nada. Así viene sucediendo con la tan nombrada por estos días “economía naranja”. Jean Claude Bessudo, por ejemplo, afirmó que ella no es otra cosa que lo que acostumbramos llamar “rebusque”, minimizando así la importancia de la “economía naranja”.
Mientras tanto el Gobierno no habla de otra cosa últimamente. Para el observador desprevenido daría la impresión que toda la suerte de la economía y de la sociedad colombiana depende de lo que se está haciendo con la “economía naranja”. Que el Ejecutivo pregona en cuanto comunicado expide.
¿Al fin qué tan importante es la “economía naranja”? ¿Es ella un concepto nuevo o apenas un papel celofán con el que se envuelven ahora festivamente actividades tradicionales?
El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) publicó hace poco el primer reporte sobre la “economía naranja” correspondiente al periodo 2014-2018. En este reporte podemos encontrar la clave a varios de los interrogantes planteados.
Lo primero que hay que decir es que el concepto de “economía naranja”, en cuya presentación en sociedad jugó un papel muy importante el actual Presidente y entonces senador Iván Duque, promoviendo la ley 1834 de 1917, es, ante todo, una clasificación metodológica de actividades - antiguas unas y modernas otras- a las que el Consejo Nacional de “Economía Naranja”, creado por dicha ley, ha accedido a ponerles el sonoro rótulo de “economía naranja”.
Según el informe del DANE se define con este colorido rótulo 32 actividades totalmente creativas y 69 parcialmente pertenecientes a la “economía naranja”. Es evidente que a medida de que la economía se va modernizando aparecen y toman realce frente al pasado algunas de estas actividades.
Dentro del estudio del DANE, que se ha concentrado en las 32 actividades propiamente creativas, encontramos 3 grandes grupos: el primero agrupó a las artes y patrimonio que conforman las artes visuales, las escénicas y espectáculos, el turismo y patrimonio cultural, material e inmaterial, y la educación en artes, cultura y economía creativa. El segundo grupo lo conforman las industrias culturales convencionales, dentro de las cuales aparece la editorial, la fonográfica, la audiovisual, y las agencias de noticias y otros servicios de información. El tercero y último grupo está conformado por las llamadas creaciones funcionales, nuevos medios y software, entre los cuales aparecen los medios digitales y software de contenidos, el diseño y la publicidad.
Ahora bien ¿Qué tan importantes son las 32 actividades catalogadas por el DANE como actividades totalmente creativas, o sea, el núcleo básico de la “economía naranja” dentro del conjunto de la economía?
Dichas actividades representan el 1.9% del PIB nacional, y en su conjunto tienen un peso específico similar al de la construcción de obras de la ingeniería civil, o al suministro de electricidad, gas, vapor y aire acondicionado. Entre el 2014 y 2018 el peso de la “economía naranja” ha fluctuado regularmente entre 1.8% del PIB y el 2%.
¿Qué tanta gente ocupa dentro del mercado laboral colombiano la “economía naranja”? Según el último dato disponible (2018) la “economía naranja” ocupó a 282.566 personas, equivalentes al 2.6% del total de los empleos.
¿Cómo se compara la “economía naranja” colombiana con la que se observa en otros países? Según el estudio que hemos venido citando nuestra “economía naranja” se ubica en el rango medio bajo. Mientras que en una economía como la española tiene una participación del 2.60%, en Canadá 2.7%, en México 3.2%, en Chile 2.2%, nosotros con una participación en el valor agregado que ya mencionamos del 1.8%, apenas le ganamos levemente al Perú, cuyo peso relativo es del 1.58%.
En síntesis: más allá del excesivo optimismo que se trasluce de ciertas declaraciones gubernamentales, o del pesimismo de quienes la catalogan simplemente como el nuevo nombre “del rebusque”, podemos decir que la “economía naranja” en Colombia, sin ser la panacea, sí es un sector llamado a crecer con la modernización del país. Sin que su tamaño sea aún excesivo: Ni rebusque ni panacea.