El glifosato es un producto que ha rondado nuestro campo durante décadas, pues es desde los años 80 que éste se ha venido usando ampliamente en Colombia. En todas las regiones del país el glifosato ha estado presente; los trabajadores del campo lo han manipulado; los suelos lo han asimilado; las poblaciones han convivido con él en el ambiente; incluso sus trazas se han encontrado presentes en alimentos que hemos consumido.
Ahora, el glifosato es un producto tóxico, tal como lo son otros herbicidas, plaguicidas y similares; y es de entender que se deben tener regulaciones para estos productos y que en Colombia hay que buscar reducir su uso en la medida de lo posible.
No obstante, para el caso del glifosato en Colombia, este tema debe analizarse con cuidado, pues en él existen ciertas variables, que no necesariamente tienen que ver con lo agrícola. Primero, la controversia de su uso se da cuando el glifosato es parte de la erradicación de los cultivos ilícitos. Segundo, la controversia se centra justamente en su uso frente a los cultivos ilícitos, más que en las prácticas agrícolas (en donde el uso del glifosato sigue vigente).
Aquí es importante hacer un balance justo de las cosas, pues no se puede desconocer que detrás de este asunto, hay muchos intereses ocultos. Los grupos armados ilegales por ejemplo, tienen gran interés en eliminar la erradicación aérea, en donde sus campos minados y francotiradores, no son tan efectivos para asesinar y mutilar a los erradicadores, tal como ha vuelto a suceder en el país. La erradicación aérea tampoco ayuda a que comunidades campesinas, de manera obligada, entorpezcan los trabajos de erradicación, como ocurre en la actualidad.
Como argumento para eliminar el glifosato como opción de erradicación se tiene el efecto que éste causa en la salud de las personas que viven alrededor de los cultivos ilícitos. No obstante, aquí empiezan a aparecer cosas que no encajan del todo dentro de la lógica.
Es interesante ver como nadie habla de la afectación que causan los laboratorios de procesamiento de coca, los cuales están presentes en todas las regiones donde existen estos cultivos ilícitos. Nadie habla de las sustancias peligrosas que en ellos se manejan sin ningún tipo de control y que se vierten directamente a los cuerpos de agua sin tratamiento alguno. Si, insumos como Ácido sulfúrico, Ácido Clorhídrico, Tolueno, Éter, Kerosén, Permanganato de Potasio, entre muchos otros, son usados en el procesamiento de la coca, y estos afectan gravemente al medio ambiente, y a la salud de las personas (varios de ellos cancerígenos); ¿Por qué no se tienen en cuenta a la hora de analizar las causas que están afectando la salud de las personas que viven en estas regiones con presencia de coca?
Ahora, la erradicación aérea con glifosato por sí sola no es la solución. Pero tampoco podemos condenar herramientas de erradicación, en dirección a lo que los mismos grupos ilegales quieren promover, con el objeto de reducir la presión sobre sus fuentes de financiación.
Hay que sopesar todos los pros y los contras de cada una de las opciones que tenemos a la mano, antes de descartarla, pues lo que se ha demostrado es que es el narcotráfico es el que más ha contaminado, deforestado y amenazado la vida de las personas en el campo colombiano.