RODRIGO POMBO CAJIAO | El Nuevo Siglo
Jueves, 17 de Octubre de 2013

ESQUINA AZUL

Convención mejor que consulta

Falso  dilema el que se plantean algunos en relación con la consulta popular y la convención para elegir candidato oficial de un movimiento o partido político. Son herramientas de legitimación distintas, es cierto, pero no necesariamente contradictorias. De hecho, en ocasiones pueden ser complementarias. Ambas pretenden legitimar la elevación de un liderazgo político, es decir, ambas buscan ganarse el apoyo de la gente en relación con el que debe llevar las banderas doctrinarias en la candidatura democrática. No obstante, la consulta popular es, por definición, más demorada, más costosa y permite que suceda lo que los politólogos denominan como “deformaciones democráticas” al recibir votos de gente que no hace parte de la militancia del partido o movimiento político respectivo.

Todo eso conlleva a que los partidos se debiliten al permitir que los precandidatos lleguen a unas insostenibles y temibles disputas internas, tan innecesarias como necias, tan perjudiciales como idiotas. Los que mayores réditos consiguen de las consultas populares abiertas son los contradictores, la oposición, los adversarios.

En política la unión cuenta más que la ventaja, que la tradición, que la corrompida burocracia y que el desmesurado dinero. La unión se consigue bajo el respeto a la autoridad, un sólido, consecuente y proactivo ideario político y, por sobre todo, bajo la estabilidad anímica de sus miembros.

Postergar la decisión del uribismo en relación con quién debe llevar su vocería es un error estratégico y conceptual. Es utilizar la figura de la consulta popular para cuestiones que ella, la consulta, no está inventada y, si de estrategia se trata, la situación política del país NO da espera para identificar pronta y llanamente quien es el leal sucesor del expresidente Uribe.

El uribismo y su máximo líder han cometido imperdonables errores en el pasado como no haber conformado en su momento una fuerte alianza de centro derecha democrática al mejor estilo de los partidos populares de Europa. ¿El resultado? Elegir como Presidente un detractor de sus políticas. Por lo mismo, le está intelectualmente vedado proseguir con sus equivocaciones como sucedería si posterga hasta tardía época la elección de su máximo líder.

Lo que más requiere este país es consolidar las fuerzas democráticas alineadas a postulados políticos claros y bien definidos. Por lo mismo, flaco favor le haría el uribismo al país al dilatar innecesariamente la decisión de la candidatura única, sin fracciones, sin mezquindades, sin divisiones, sin debilitamientos como seguramente sucedería de perseverar en el error de la consulta popular.