Es obvio que el Eln busca, mediante el recrudecimiento del terrorismo, doblegar al gobierno y obligarlo, no solo a volver a la mesa de negociaciones en Quito, sino a que le haga concesiones aún mayores a las que le hizo a las Farc. Cree el Eln que con las muertes que ha causado después de rotas las negociaciones, 22 policías y militares, como los asesinatos de seis policías en Barranquilla y cinco en Tibú y la amenaza de extender su acción terrorista a Bogotá (mediante un tal Movimiento Revolucionario del Pueblo y de los frentes Antonio Nariño y Camilo Torres) y a otras grandes ciudades, y considerando que el Presidente estaría dispuesto a pagar un precio alto, ya está el gobierno reblandecido lo suficiente para conceder las pretensiones estratégicas de la guerrilla y cree que el ofrecimiento de un cese al fuego unilateral de cuatro días, del cuatro al nueve de marzo, sería suficiente concesión para que el presidente ordene a Gustavo Bell volver a las negociaciones.
Todo indica que Santos quiere aceptar la propuesta del Eln, pero también se da cuenta de que la opinión se niega a ello y por eso ha dicho, buscando apoyo: “¿Qué hago con el Eln, sigo insistiendo o rompo, como quiere la opinión pública?, porque hoy toda la opinión está en favor de romper los diálogos” e insiste “Cuántas vidas cuesta romper los diálogos en este momento o cuántas vidas nos vamos a ahorrar si seguimos insistiendo, pero exigiendo un mínimo de coherencia”.
Otra vez el chantaje de la paz. Hasta ahora no ha encontrado eco a su pedido y a su pregunta de que a quien puede consultar estas decisiones, la respuesta es clara, consulte a la opinión pública, pero ya ha admitido que esta está a favor de romper los diálogos. Los colombianos no están dispuestos a aceptar otra claudicación como la que se dio en La Habana, luego rechazada en un plebiscito e impuesta al país con triquiñuelas legislativas y se necesita que esta guerrilla, dogmática y refugiada en Venezuela, demuestre más fehacientemente su disposición de llegar a un acuerdo de paz razonable.
Rectificación.- En mi pasada columna escribí que el Banco Agrario había hecho un préstamo a Navelena por $120.000 millones sin garantía. El Dr. Luis Enrique Dussán, presidente del banco, me aclara que este préstamo estaba garantizado con fiducia suscrita entre Navelena y la Fiduciaria de Occidente y pagado, con sus intereses, el 13 de octubre de 2017 y que el 16 de noviembre último la Contraloría General de la República archivó el proceso de responsabilidad fiscal adelantado contra el banco por este crédito. Lamento el error y la molestia que hubiera podido causar al Banco Agrario.