En estos días he recibido información respecto a por qué el gobierno de España ha resuelto incluir a Colombia dentro de los países a los cuáles sus ciudadanos se les restringe la entrada a España. Como muchos ya se habrán enterado, el gobierno de España está tomando medidas que limitan la entrada de colombianos a su territorio, como consecuencia del incremento en contagios en Colombia. Me extraña mucho que esas decisiones se tomen ahora. Cuando morían al día más de 700 personas en Colombia, como consecuencia del covid-19, no se tomaron medidas similares y, ahora que han disminuido el número de muertes y de contagios las han adoptado. Parece ser que la razón detrás de esto no es realmente el incremento o disminución en los contagios sino, tristemente, que al verificar los certificados negativos de covid que se exigen a la entrada en España, ese gobierno ha identificado un gran porcentaje de documentos falsos o adulterados.
No puede ser que los valores en nuestro país hayan llegado tan bajo. La ética y la moral se derrumbó en nuestra amada Colombia. Y es que esos valores tienen que aprenderse desde la familia hasta en la educación. Deja mucho que decir en los países donde los principios de la ética y la moral son conceptos sagrados observar una Nación donde la corrupción ha llegado a todos los niveles y donde la justicia se evade a través de trampas en unos casos y, en otros, con estrategias de dilatación que lleven a que se venzan los términos judiciales para la culminación de las investigaciones y la toma de decisiones de penas. Además, en otros casos, el aparato judicial no es lo suficientemente ágil que también da lugar a que los corruptos evadan las sanciones o la congestión judicial es tal grande que tampoco se llega a culminar las investigaciones.
Pero lo peor de todo está en la actitud de las personas que, por conseguir sus objetivos, no les interesa cumplir las normas de un Estado de Derecho.
Lo vivido con el tema de los soldados, suboficiales y oficiales que prestaron sus servicios en las fuerzas militares de Colombia y están comprometidos en el asesinato del que era Presidente de Haití, Jovenel Moise, que además cumplieron labores de inteligencia y control del orden público en nuestra Nación, es realmente incomprensible y un verdadero escándalo no solo por la gravedad del hecho cometido, sino porque si esas son sus condiciones humanas muchos se imaginarán lo que hayan podido hacer en su vida militar cumpliendo funciones estratégicas para el orden público y la seguridad de la República.
Es necesario pasar de las palabras a los hechos. Es indispensable que el gobierno lidere una estrategia que permita hacer las reformas que sean necesarias para recuperar los valores perdidos y que se pueda garantizar una pronta y adecuada justicia.
Un país en el que tenemos un hermoso territorio, que sus empresarios y algunos inversionistas extranjeros han creído en él y han hecho patria en el caso de lo compatriotas, que sus recursos naturales son invaluables, que a través de los años de trabajo se ha logrado bajar los niveles de pobreza -aunque esta pandemia nos haya hecho devolver en el camino recorrido- y que, a su vez, ha tenido una historia de conflicto, que el narcotráfico y la delincuencia se han venido tomando algunas regiones, que ahora han aparecido sicarios internacionales que prestaron sus servicios a nuestras fuerzas militares y que algunos de sus viajeros hasta falsifican las pruebas del covid, requiere de una cirugía de inmediato para que no sucumbamos.