A trump-icones | El Nuevo Siglo
Domingo, 5 de Febrero de 2017

Enfrentarse a la burocracia.  Como lo hizo con la comunidad de inteligencia aun antes de posesionarse. Con las agencias especializadas, y la comunidad científica asociada a ellas, al querer imponerles un veto arbitrario y degradante (frente al cual la respuesta ha sido la creación de cuentas “alternativas” —como los hechos con los que suele justificarse— en distintas redes sociales).  Con la Fiscal General, Sally Yates, que se opuso con valentía (aunque uno pueda estar en desacuerdo con la forma en que lo hizo) al veto migratorio, también cuestionado masivamente por los funcionarios del Departamento de Estado.  E incluso, con los miembros de su propio partido, entre ellos algunos notables del Congreso como John McCain, quien rechazó vehementemente la posibilidad de revivir las prácticas de tortura en la lucha contra el terrorismo.

 

Enfrentarse a los aliados para acabar beneficiando a los rivales, como viene haciéndolo con Europa, casi como si estuviera conspirando desde fuera para ver su colapso.  Como lo ha hecho con México, no solo con su insistencia en construir el muro de marras —que acaso no es más que una engañosa distracción en lo profundo— sino sobre todo, al pretender estragar su economía.  O como lo hace al entregar a China el liderazgo mundial del libre mercado.

 

Enfrentarse a la realidad, como al poner en duda el cambio climático; o al ignorar por completo el terrorismo autóctono -responsable directo de la amenaza terrorista en Estados Unidos-; o las potenciales consecuencias de trasladar la embajada estadounidense a Jerusalén —al tiempo que desconoce, sin ruborizarse, el carácter inherentemente antisemita de la Shoa.

 

Así va el gobierno de Donald Trump: a trompicones.  Tropezando, tambaleando, empujando.  Tanto que ya muchos —incluso en el partido Republicano— se preguntan cómo deshacerse de él antes de que sea demasiado tarde.  A tal punto, que voces del mayor prestigio, han desempolvado la enmienda XXV, que permite su destituir al Presidente por incompetencia.  Y otras, yendo todavía más lejos, han insinuado la posibilidad de un golpe de Estado (a la manera estadounidense, por supuesto), para presionar lo que bien podría llamarse, con arreglo al espíritu de los tiempos, el “Trumpxit”.  Lo cual no sería, en el fondo, sino una forma de justicia poética.  La única que acaso quepa esperar en estos tiempos inciertos.

Glosa I.  Si los soviéticos lo hubieran sabido, tal vez habrían aguantado otro cuarto de siglo.

Glosa II.  "Cuando muere un mendigo no aparecen cometas. La muerte de los príncipes inflama a los propios cielos".  Lo dijo Shakespeare.  Por algo habrá sido.  +++

 

* Analista y profesor de Relaciones Internacionales