El 27 de febrero, Donald Trump pronunció su primer discurso ante el Congreso estadounidense y, ¡sorprendió!
Su tono de voz, gestos y, sobre todo, sus palabras fueron las correctas. Las que el país esperaba desde su posesión. ¡Qué cambio! Fue otro Trump. Diferente al patán, desmesurado, atropellador y plagado de inapropiadas muecas que hemos visto hasta ahora. Este, se puede decir, fue su primer discurso moderado, presidencial. ¿Cuánto durará este nuevo Trump?
En parte, por el tiempo limitado, el discurso careció de profundidad en algunos temas; especialmente en la manera cómo se propone implementar algunos sus complejos programas, en su mayoría, los mismos que propuso durante su campaña con algunas convenientes modificaciones. Sin embargo, sus palabras y su actitud reconciliadora calmaron mucho los ánimos, ya muy irritados, de la mayoría de estadounidenses y del mundo.
Así debió haber sido su discurso de posesión y no esa sombría y divisoria perorata que le oímos ese día teñido de gris, frio y lluvia. El 20 de enero, todos nos quedamos esperando una alocución que destacara lo positivo que ha caracterizado a la gran nación norteamericana; que trazara una ruta de cambio basada en la unidad y el respeto; que extendiera la mano a sus opositores por el bien del país.
Quien lo asesoró en ese equivocado discurso no entendió que no son pocos los Presidentes que han sido recordados en la historia por la magnanimidad de su discurso de posesión. Qué ese es el día de poner las pautas de su gobierno, enterrar los ataques de campaña y dar muestras de grandeza.
Ahora, luego de un primer mes tormentoso de gobierno, por fin se le oyeron frases llamando a la colaboración con los demócratas. Varias veces mencionó su intención de trabajar para lograr resultados que trasciendan los partidos y mejoren la vida del pueblo estadounidense. Hizo también llamados contra el odio y la discriminación.
¿Llamados inocuos? Quizá no. Algunas de las propuestas presentadas son realmente positivas y no creo que los demócratas corran el riesgo de oponérsele, si son tenidas en cuenta sus propuestas en el momento de implementarlas.
¿Que un gobierno de colaboración entre Trump y los demócratas no es imposible? Nada es imposible, si Trump logra mantener el estilo que mostró en este discurso.
El Presidente gustó. Aun la encuesta hecha por la cadena CNN, enemiga reconocida de Trump, da cifras muy positivas: 57% de los encuestados tuvieron una visión positiva del discurso; 7 de cada 10 consideran que propuso políticas que harán avanzar al país, el 72 % opinó que sus políticas llevarán al país en la dirección correcta; cifras semejantes hubo con respecto a las políticas planteadas contra el terrorismo, los impuestos y la inmigración.
Gustó su propuesta de dar preferencia a inmigrantes, basado en una escala de méritos, como lo hacen muchos países del mundo. De deportar, solo a los ilegales, especialmente a quienes haya infringido la ley. Acaso ¿Qué país no hace esto?
En educación, su intención de permitir a los padres escoger dónde quieren educar a sus hijos con un programa de cupones, tiene buena acogida, igual que su reforma al Obamacare, manteniendo lo positivo de dicho programa.
Tuvo gran aceptación su propósito de modernizar la infraestructura envejecida y caduca del país, algo que es urgente y que activará la economía creando miles de empleos.
Ojalá este Trump dure, ojalá dure hasta el fin de su gobierno.