Los hechos políticos, económicos, de seguridad (tanto ciudadana como jurídica) y de orden público, tienen al país en incertidumbre severa y gran desconcierto.
Es evidente que Colombia necesita cambios para poder construir la equidad y justicia social que tanto anhelamos y necesitamos; pero para ello, además de las reformas necesarias que debemos impulsar, es indispensable no dejar que la economía se afecte negativamente ni que la incertidumbre nos invada, porque el resultado de esa combinación, mezclada con la inseguridad ciudadana y los muertos que todos los días se registran como producto de los inconvenientes de orden público, nos pueden llevar a una verdadera catástrofe.
Colombia tiene todas las condiciones para que si nos unimos, logremos construir un país más justo y que la inclusión social sea una realidad, siempre y cuando no se nos descomponga la seguridad y el orden público, enviemos mensajes claros que no vayan contra la economía legal y fortalezcamos la institucionalidad protegiéndola frente a cualquier acto corrupto o antiético.
En el frente de seguridad y orden público se impone tomar medidas urgentes para que la bien intencionada política de paz total haga realidad su objetivo y no termine generando más violencia o protegiendo intereses como el de aquellas personas que dicen representar comunidades apartadas, cuando en verdad son impulsadas por intereses de grupos del narcotráfico, que son los verdaderos enemigos de la paz y a quienes no les conviene que construyamos la reconciliación.
En lo que tiene que ver con las señales al mercado es importante actuar con cautela frente a las reformas sociales, pues no podemos con mensajes equivocados deteriorar nuestra economía y el interés de los inversionistas, tanto nacionales como extranjeros, que resultan necesarios para que logremos un mayor desarrollo y por lo tanto mayores empleos.
En efecto, las reformas sociales que requiere nuestro país no pueden convertirse en un desestimulo a la creación y desarrollo de empresas, pues son éstas las que le permiten al Estado obtener mayores recursos fiscales, que a su vez son los que permitan desarrollar políticas sociales en beneficio de “la otra Colombia”, como la describía el expresidente Belisario Betancur, al hacer el llamado a poner el foco e invertir en aquellos lugares de la provincia que, a través de los años, no se han tenido en cuenta cómo deberíamos haberlo hecho y frente a las cuales se ha construido un gran abismo con la Colombia más desarrollada.
Y frente a la necesaria protección de nuestras instituciones ante actos corruptos o antiéticos, no podemos dejar de seguir luchando contra la terrible corrupción que ha invadido los distintos sectores de la sociedad con su inmenso poder de destrucción, afectando nuestra sociedad y llevando a que los valores, la ética y la moral estén casi que desaparecidos, causando así el mayor mal a nuestra querida patria y haciendo que los recursos que deberían estar siendo invertidos en las regiones más pobres de nuestro país, estén aumentando los bolsillos y la riqueza de los deshonestos y corruptos.
La sociedad colombiana como un todo y su clase dirigente no pueden guardar silencio y esconderse ante la situación que estamos viviendo. Necesitamos que todos unidos saquemos adelante nuestra querida Colombia pues de lo contrario no estaríamos siendo responsables con la hora presente.
El país votó por un cambio que debemos propiciar y apoyar de la mejor manera. Este cambio debe beneficiar a las clases menos favorecidas, pero sin descuidar la seguridad, la protección de la empresa y la defensa a ultranza de los valores y las instituciones democráticas.