Una mala semana | El Nuevo Siglo
Domingo, 12 de Marzo de 2017

Una mala semana la tiene cualquiera, es cierto.  Pero hay malas semanas que son peores que otras; y hay “cualquieras” que en modo alguno lo son, por lo que sus malas semanas -y especialmente las peores- tienen repercusiones en la vida y la suerte de muchas otras personas, y a veces, en el curso mismo de la historia.

Es lo que podría decirse sobre la semana pasada…

Para la CIA, y en general, la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos.  No sólo porque sus relaciones con el presidente Trump siguen dejando mucho qué desear, sino porque pocos días después de que el presidente-tuitero denunciara la interceptación de sus comunicaciones durante el gobierno de su predecesor, las filtraciones de Wikileaks pusieron en evidencia las vulnerabilidades de las agencias de inteligencia estadounidenses.  En consecuencia, Trump podrá decir no sólo que estas agencias actúan “fuera de control” o al “servicio de oscuros intereses” (la metáfora se dice sola), sino que además son incompetentes, y ponen en riesgo el bien que están llamadas a proteger:  la seguridad nacional.  Así las cosas, no sorprendería ver a Trump arremetiendo contra ellas y exigiendo una inmediata reforma y depuración… hecha a su medida.

Para las élites políticas y económicas latinoamericanas.  Porque el escándalo Odebrecht alcanza cada día mayores proporciones, y llega hasta las más recónditas profundidades del sistema político y el entramado empresarial y financiero, amenazando con provocar una conmoción sin precedentes recientes:  ni en cuanto a su carácter transnacional, ni en cuanto a sus consecuencias potenciales.  En efecto:  la región sigue siendo muy sensible al populismo; y mientras crece el desencanto de la ciudadanía frente a las instituciones, la política, y el mercado, la lucha contra la corrupción podría convertirse en la bandera que enarbolen anti-políticos, marginales y anti-sistema para lanzarse al asalto de la ya debilitada democracia, el erosionado Estado de Derecho, y la desacreditada economía liberal en América Latina.

Para el proyecto europeo.  Porque sigue bajo amenaza -en Francia, en Países Bajos, en Italia, en Hungría- y volver a hablar de una “Europa a varias velocidades” no es ningún avance, sino más bien, un resignado regreso al pasado.

Y como la historia no se repite, pero rima, vale la pena recordar que hace cien años también tuvo una mala semana el Zar Nicolás II, cuando estalló la revolución que dio al traste con tres siglos de dinastía Romanov, liquidó el Imperio Ruso, engendró la Unión Soviética, y sigue resonando en muchos lugares, por inverosímil que parezca, en pleno siglo XXI. 

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales