Luego de una jornada bastante decente y ordenada, donde el elogio va para todos los estamentos y entidades que de una forma u otra hicieron parte del andamiaje que permitió el éxito, algunos cuestionados y sometidos a la observación ciudadana, que los analizo paso a paso, pero con resultados palmarios y reconocibles, a más de la ciudadanía acreedora de todo el reconocimiento, convirtiéndose en ejemplo a seguir para futuras contiendas de esta índole, debemos respirar para encarar la nueva campaña que se muestra comprimida, desesperada y fruncida.
No podemos por ningún motivo permitir alteraciones en el ambiente; si anteriormente se presentaron insultos y agravios entre los aspirantes y sus colaboradores de campaña con grupos adversos, a partir de la fecha las cosas deben seguir el rumbo marcado por las buenas costumbres y la decencia, como lo vivimos en la jornada electoral, poniendo énfasis en asuntos de mayor importancia como “Al que proponemos” “Al como lo haremos” “Al con qué recursos”, pues son muchos y variados los asuntos que un buen gobernante debe cumplir, de acuerdo a sus programas y plataformas presentadas en campaña, de lo contrario el cambio que el país con la votación del domingo anterior demostró anhelar, nunca se dará y caeremos en más de lo mismo, con una profunda decepción para el país y una amenaza latente hacia el futuro.
Los dos candidatos por ningún motivo nos pueden volver a invocar la lucha contra el cambio, porque los dos, en su estilo diferente, representan el cambio” ¿sin bien los estamos entendiendo?”, debiendo pasar a la acción y explicar al electorado cómo será el cambio, pues no deben ser promesas. Pedimos propuestas lógicas, realizables y sustentables, sin bravatas ni intimidaciones, sino consensos, acuerdos y compromisos.
No queremos hablar de futuras estrategias para lograr una victoria presidencial, porque ya cada grupo debe estar diseñando, si es que no lo había hecho con antelación, una serie de maniobras para captar un número representativo de votos y dónde, de seguro, se presentara mucha desinformación, imposible de marginar en un debate de este talante. Y en esa margen, sin ninguna duda, figuramos aun sin proponérnoslo la reserva activa de la fuerza pública, porque son muchos los intereses de diferente índole que nos atañen, imposibles de soslayar, por hacer parte de un futuro económico y estable para nuestras familias y descendencia.
Seguramente vendrán las explicaciones sobre malos entendidos en frases de campaña, posiciones reconsideradas ante informaciones distorsionadas sobre algunos aspectos de formación profesional, filosofía y doctrina propias de nuestro entorno, que fueron analizadas y desestimadas al calor de los discursos, entrevistas y debates, pero que dejan un mal sabor ante la visión de los candidatos sobre las penurias, privaciones y entrega de nuestros hombres, que no viene hoy al caso profundizar.