VICENTE TORRIJOS | El Nuevo Siglo
Martes, 29 de Octubre de 2013

Desomorfina

 

La desomorfina es una droga de moda, sumamente peligrosa, conocida también como “cocodrilo” por las escamas que produce en la piel y por sus devastadores efectos que, curiosamente, son muy parecidos a los que se presentan en la vida política cuando un Presidente se empeña en negociar con terroristas y favorecerlos.

De hecho, la desomorfina envicia, obsesiona y corroe. Las negociaciones con los delincuentes también, porque, a pesar de las evidencias de que los maleantes siguen causando daños irreversibles y haciendo trampa para conseguir sus objetivos so pretexto del diálogo, los gobernantes que las impulsan no resisten la tentación de seguir otorgando concesiones con tal de tener el placer de “pacificar al país” y “liberarlo del salvajismo y la guerra”.

En otras palabras, un Presidente bajo los efectos del poderoso alucinógeno negociador puede perder muy fácilmente la perspectiva y sentir que el proceso en que está inmerso no causa lesión alguna porque, si algún día decide dejarlo, no habrá generado costos, no habrá afectado en nada a los demás y bastará con un simple borrón y cuenta nueva.

Por supuesto, ese tipo de presidentes, embriagados por un apetito electoral directamente asociado a la firma de un acuerdo (cualquiera que éste sea), no pueden reconocer que se equivocan o que son víctimas de engaños.

Todo lo contrario, culpan a los demás de sus fracasos, se sienten rodeados de “enemigos de la paz” y distorsionan la realidad diciendo que “no hay que prestarle atención a lo que se diga por fuera de la Mesa” u ordenándole a la tropa que “arrecie contra los malvados” mientras se desvive por otorgarles impunidad y privilegios.

Por eso, no es de extrañar que la desomorfina tenga cada día más adeptos a pesar de ser una droga que, por ulceración y gangrena, rompe los tejidos de tal modo que los adictos se van despellejando hasta que, literalmente, llegan a verse sus cartílagos y huesos, muriendo “en cuestión de meses, no de años”.

Que es exactamente lo que sucede con las “negociaciones cocodrilo” porque con todo y sus apabullantes efectos, siguen su curso sin alteración alguna mientras el gobernante de turno ve, día tras día, cómo su sociedad se agrieta, se despedaza y se carcome.  Al fin y al cabo, el suplicio que causa la desomorfina sólo puede paliarse ... incrementando su consumo.