De Medellín a la Patagonia, las confidencias de un caminante | El Nuevo Siglo
Este nuevo autor es originalmente un administrador de negocios de la Universidad Eafit de Medellín, con una maestría en Administración de Recursos Humanos de la Universidad de Webster en Florida, Estados Unidos.
Foto cortesía
Domingo, 30 de Mayo de 2021
Redacción Cultura

Con tan solo un pantalón y una camisa de lino en su mochila, más “dos o tres cositas”, un sombrero y una sombrilla terciada en su hombro Sergio Alejandro Palacios, quien ahora es el ‘Colombio de las estrellas’, emprendió su viaje a pie desde Medellín hasta la Patagonia, decidido a rehacer su vida.

Estos pasos, sus victorias y los amigos de camino, Colombio decidió inmortalizarlos en Retorno a casa, el viaje ha terminado, el libro que lanzó este mes, y que se podrá encontrar en la plataforma de Amazon, en el que consignó las confidencias de este viaje de tres años, que transformó su rumbo.

En la calle…

Corría el 2015 y para ese entonces Sergio quedó sin empleo y, en consecuencia, sin dinero para su sustento. Un panorama que ante su familia era alarmante e inaceptable, pues las cuentas seguían corriendo.

“No se pudo negociar. Estuvimos mucho tiempo hablando sobre ¿qué era lo más importante en la vida? Y al final lo más importante para ellos era la plata y yo no tenía trabajo en ese entonces, estaba en una situación vulnerable, pero seguía insistiendo en que lo más importante para mí eran los seres humanos. Pero ellos me dijeron que no, que había que pagar cuentas y que si no tenía dinero no podía quedarme a vivir allí. Me di cuenta que eso era así, que esa es la realidad del mundo, el ‘dios’ del dinero es el que dirige este cuento, entonces agaché la cabeza, cogí dos o tres cositas no más y salí de ahí”, le contó Palacios en entrevista a EL NUEVO SIGLO.

Pensando dónde iba a vivir y con miles de preocupaciones en su espalda, Sergio caminó hasta El Poblado, en Medellín, buscando oportunidades. Al caer la noche y sin temor se quedó profundamente dormido en una banca.

Pasaron las horas y a las 3:00 a.m. se levantó de golpe. “En ese instante me di cuenta que verdaderamente estaba en la calle”. Pero al mismo tiempo en su mente rondaba un pensamiento insistente: “¡Váyase para la Patagonia!, coja la carretera panamericana, no se desvíe, y consiga un trabajo”. Así arrancó su camino.

Envió un par de correos a su familia y amigos avisando sobre su viaje, esperando a que alguno de ellos le quitara esa idea de su cabeza. A la 1:00 p.m. no recibió respuesta de nadie. Señal que para él significó un impulso para iniciar su travesía.

Ángeles y demonios

El 26 de enero de ese año, a las 2:22 p.m. Sergio tomó su camino hacia el sur. Su primer encuentro fue un zapatero, quien se animó a remontar la suela desgastada que tenían sus zapatos sin valor alguno.

Pero ese zapatero resultó ser un indio chamán de la Guajira que mediante unos rituales le transmitió fortaleza y lo ayudó a poner su mente en blanco, el reto más importante de su viaje, ya que de ello dependía que llegara hasta su meta.



“Él empezó hacerles a los zapatos como una limpieza y me comenzó a hablar sobre el viaje, que me iba a ir muy bien y que todo el mundo me iba a ayudar. Me dio mucha fuerza. Y en ese momento puse mi mente en blanco. Empecé activar la libertad y felicidad”.

Durante su camino, recuerda que se le acercaron muchos ángeles, pero también demonios, que se unieron para ayudarlo en esta recorrido.

Sus ángeles eran dueños de restaurantes o empleados de gasolineras que le brindaban una mano amiga. Uno de ellos fue indispensable para ayudarlo a pasar la frontera de Perú con Chile, un hombre de unos 40 años, que junto a su esposa y sus dos hijos adolescentes, lo salvaron de entrar legalmente a Chile.

“Había llegado a la frontera con Chile, a la Aduana. Allí la niña me preguntó que cómo había llegado y le dije que a pie, había caminado mucho tiempo. Ella se extrañó, llamó al otro compañero y él preguntó después que cuánta plata tenía y le respondí que ni un peso. Entonces me devolvieron el pasaporte. En ese momento pensaba de todo menos en devolverme. Cogí mi pasaporte y lo fui a guardar en mi maletín que lo tenía en el suelo y en ese momento escuché una voz que decía ‘No, si el señor viene con nosotros’. Me levanté y vi a un señor como de 40 años con su esposa y sus hijos adolescentes, uno de 15 y el otro de 16 años, mirándome fijamente. Ellos me ayudaron a entrar al país. Fue como si nos hubiéramos conocido desde siempre”.

Por otro lado, los demonios, como Sergio se refiere a los ladrones, los vicios, la prostitución y los peligros de la calle, también influyeron en el éxito de su viaje, pues en ningún momento fue víctima de robos o de alguna violencia.

El ‘Colombio de las estrellas’

El plan de vivir en la Patagonia se estaba cumpliendo, un destino que quedó grabado en su memoria cuando lo vio por primera vez en clases de geografía en su infancia. Todas sus experiencias cada vez se acercaban más al punto que con este viaje quería probar Sergio: “las relaciones humanas son más importantes que el dinero”.



Con su llegada a la Patagonia, su corazón no se sentía cómodo al principio, lo que lo llevó a buscar un sitio más hacia el sur. Luego de probar suerte en varias ciudades y de rentar su casa allí para la aplicación Airbnb, finalmente llegó a Navarino, un lugar que está ubicado en la isla Cabo de Hornos.

Allí en un hostal se encontró con dos jóvenes y durante sus primeros días le preguntaban su nacionalidad, pero nunca respondía. Siempre respondía “Yo vengo de las estrellas. Una noche, uno de ellos, Patrik, en medio de una celebración con cerveza por la llegada de Sergio a su destino, se puso en pie y gritó: “Yo sé de dónde vienes. Eres el ‘Colombio de las estrellas’”. Un seudónimo que hoy en día se convirtió en su identidad.

Tres años después Colombio se devolvió a Colombia. Se instaló en el municipio de Guane, en Santander, donde también se dedica al alquiler de su vivienda para viajeros, a través de Airbnb.

Uno de estos turistas, Víctor, un escritor español, lo convenció de rescatar todas esas anécdotas de este viaje de introspección en un libro. Fue así como se construyó Retorno a casa, en el que también se pueden encontrar poemas y los por menores de esta travesía.