Es una planta exótica invasora, originaria de África, su apariencia es muy llamativa, pero a la vez es muy peligrosa para la biodiversidad. Se trata de la especie invasora Ojo de Poeta (Thunbergia alata).
Como características que la hacen invasora está que es una especie trepadora, con alta tasa reproductiva, de rápido crecimiento formando tapetes homogéneos que no permiten el paso de la luz.
Su presencia se debe principalmente a la actividad humana, por desconocimiento de sus impactos se ha cultivado como planta ornamental y como cerca viva.
¿Por qué es peligrosa?
Ocasiona pérdida de biodiversidad, afecta los servicios ecosistémicos, ocasiona cambios en los ecosistemas por alteración del hábitat, ejerce fuerte presión sobre las especies nativas.
Según Javier Parra Bedoya, subdirector de Recursos Naturales de Cornare, aunque esta especie es bonita y vistosa, es dañina para los bosques, porque coloniza la vegetación y genera efectos considerables.
“Ahoga los follajes y no permite que la radiación solar llegue hasta ellos -dice él-, deteriorando su capacidad de fotosíntesis, impidiendo así la captura del CO2 y, por tanto, alterando la posibilidad de crecimiento normal de las plantas y de los árboles que arropa. En ocasiones, con su peso logra doblar sus copas, deteriorando su estructura y fracturándolos, distorsionando los procesos de floración, producción de frutos y semillas, inhibiendo la alimentación de aves e insectos y las actividades de polinización asociada”, indicó.
El clima óptimo para la proliferación del Ojo de Poeta es a partir de los 1.500 metros sobre el nivel del mar, por eso es común observarla en la región en cercos, bosques naturales, en los costados de las carreteras y hasta en cultivos, como cuenta Darío Yepes, un campesino de la vereda La Mejía, en Guarne, que ha visto afectado su sembrado de fríjol.
“Esta especie atrae la mosca blanca que es dañina para el cultivo”, agregó.
Según estudios de la Universidad Eafit, esta planta tiene una propagación particular: las semillas se esparcen hasta 12 o 14 metros, con un amplio radio de irrigación, de ahí que es importante que para controlarla se arranque de raíz, utilizando guantes o machete, y se entierre en una fosa, para evitar su expansión.
El ojo de poeta fue introducido en Colombia desde África con intereses ornamentales; esta planta trepadora fue reportada en Antioquia en 1950 y actualmente, es considerada como una de las 100 especies invasoras en el país. Tal es su condición de amenaza que es considerada como un peligro para la flora y fauna, y en general para los ecosistemas que invade y coloniza. En 2010, el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander Von Humboldt la describió como una de las especies invasoras con mayor peligro para los ecosistemas nativos colombianos.