El debate sobre la delimitación de los páramos en Colombia, en particular el de Santurbán, tuvo este miércoles un nuevo ‘pico’ tras la propuesta de crear una estrategia global para la defensa de los páramos, presentada el martes en la 75 Asamblea de las Naciones Unidas por el presidente Iván Duque.
Cada día está más claro que el interés universal por garantizar la supervivencia y la sostenibilidad de los páramos va más allá un mero discurso ambientalista. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha advertido que las montañas son frágiles ecosistemas pero globalmente importantes como fábricas del agua de la Tierra, hábitats de rica diversidad biológica, lugares para la recreación y el turismo así como áreas de un importante valor cultural.
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Aproximadamente el 11% de la superficie de la Tierra se localiza en zonas montañosas por encima de los 2.000 metros sobre el nivel del mar, un porcentaje territorial importante ya que allí se encuentran los nacimientos de los principales recursos hídricos del mundo.
Teniendo este tema como una de sus banderas a lo largo de dos años de mandato, Duque sorprendió en la ONU diciendo que, como “Colombia es el hogar de la mitad de los páramos del mundo”, invitaba a “que nos acompañen en la creación de una Estrategia global para la defensa de los páramos, con la que garanticemos la supervivencia de estos ecosistemas y la sostenibilidad de las comunidades que los habitan”.
La convocatoria, sostuvo, “se extiende a que las naciones del mundo aporten recursos y que entendamos que la protección de los páramos es un deber universal”. Subrayó que “así como hemos liderado acciones para proteger la Amazonia, los bosques tropicales y los océanos, queremos convocar a todas las naciones del planeta para que protejamos los ecosistemas de alta montaña”.
Debate
Mientras que algunos sectores aplaudieron la iniciativa del jefe de Estado, otros consideraron que la prioridad no es esa, sino terminar la delimitación de todos los páramos en el país y fijar las reglas del juego sobre las actividades productivas que se puede o no realizar en estas zonas y en las llamadas áreas de subpáramo.
Uno de los asuntos que se puso sobre la mesa fue el caso del páramo de Santurbán. A Duque se le criticó la demora en atender la orden de la Corte Constitucional para volver a delimitar esta zona. Como se sabe, el alto tribunal, mediante la sentencia T-361 de 2017, dejó sin efecto la resolución 2090 de 2014 del Ministerio de Ambiente, por considerar que falló en atender el derecho fundamental a la participación de la ciudadanía en la definición de asuntos ambientales.
Uno de los asuntos que se puso sobre la mesa fue el caso del páramo de Santurbán. A Duque se le criticó la demora en atender la orden de la Corte Constitucional para volver a delimitar esta zona.
Dentro del proceso de delimitación, quienes se oponen firmemente al proyecto minero de Soto Norte -donde la Sociedad Minera de Santander (empresa que cuenta con el respaldo de Mubadala Investment Company, grupo empresarial del gobierno de Abu Dhabi en los Emiratos Árabes Unidos) quiere extraer concentrados polimetálicos para obtener oro y el cobre- han propuesto ampliar las hectáreas protegidas en 2014, que eran 135.253, a 138.699, lo que implica incluir el subpáramo en el área colindante con el páramo propiamente dicho, argumentando que el ecosistema debe entenderse y abordarse en forma integral.
El proceso para implementar lo ordenado en la sentencia debía finalizar en junio de 2018, pero el ministerio no logró cumplir los términos y solicitó dos prórrogas. La última vencía el 18 de diciembre pasado, que también se incumplió. Ahora, debido a la emergencia sanitaria, el proceso continúa suspendido.
El exdirector de Fenalco Santander, Erwing Rodríguez-Salah, vocero del Comité por la defensa del páramo de Santurbán (una de las organizaciones accionantes de la tutela que llevó a la sentencia T-361 de 2017), le pidió este miércoles a Duque coherencia, “pues no podemos por una parte pedir a la comunidad internacional acompañamiento para crear una Estrategia global para la defensa de los páramos, mientras que internamente en nuestro país se ha hecho una estrategia para privilegiar la explotación minera en nuestros páramos”.
La acusación se basa en unas declaraciones dadas a comienzos de agosto por la viceministra de Minas, Carolina Rojas, en las que señaló que el proyecto de Soto Norte se podía realizar de manera responsable, sostenible, con todas las de la ley y cumpliendo con todos los estándares de calidad, con lo que contribuiría a la reactivación económica, anotando que esa es una provincia santandereana que “lleva prácticamente 450 años ejerciendo minería” y que el proyecto “hace una propuesta de minería moderna, con todos los requisitos”.
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En redes sociales, Rojas reafirmó su convicción sobre que “reactivar la minería es apostarle a un sector con todas las de la ley, que atrae inversión, genera regalías, empleos, impuestos y recursos para la reducción de la pobreza y el desarrollo territorial. Y que hoy necesitamos para la reactivación sostenible de Colombia”.
Según Rodríguez, lo dicho por Rojas se compagina con la propuesta que ha expuesto el Ministerio de Ambiente para concertar una respuesta a la sentencia de la Corte que, dijo, “viene a ser otra delimitación exprés político minera”.
En todo caso, en 2011 frente a otra iniciativa minera en Santurbán, un comunicado del Ministerio de Minas determinó que "debe quedar suficientemente claro que de ninguna manera es viable un proyecto de explotación subterránea que comprometa el ecosistema integral de páramo y subpáramo".
Pero Minesa insiste en que “el proyecto está a 2.600 metros sobre el nivel del mar y desciende hasta los 2.200 metros, fuera del área protegida del páramo de Santurbán, que según la resolución 2090 está entre los 3.100 y 2.800 metros sobre el nivel del mar”.
Subpáramo
Desde el punto de vista funcional y biogeográfico, el ya fallecido botánico español nacionalizado estadounidense José Cuatrecasas estableció hace más de 40 años que los páramos son extensas regiones desarboladas que coronan las sumidas de las cordilleras por encima del bosque andino, desde 3.800 metros sobre el nivel del mar, y que pueden dividirse en los subpisos: subpáramo, páramo propiamente dicho y superpáramo.
El límite indicado por Cuatrecasas no se puede generalizar ya que, por ejemplo, en los Andes se presentan diversidad de geoformas y topografía, por lo que definirlos requiere una verificación de campo
El límite indicado por Cuatrecasas no se puede generalizar ya que, por ejemplo, en los Andes se presentan diversidad de geoformas y topografía, por lo que definirlos requiere una verificación de campo. Así, la cordillera Central tiene gran cantidad de volcanes y relieve abrupto de contrastes topográficos, donde los páramos se inician aproximadamente entre los 3.000 y 3.400 metros sobre el nivel del mar (m s. n. m.).
Mientras, en la cordillera Oriental, considerada el centro de los páramos húmedos de los Andes, es de topografía ondulada, con presencia de páramos entre 3.200 y 3.600 m s. n. m. En la Occidental las grandes áreas de páramo en su mayoría son escasas y pequeñas, sin embargo se presentan algunos páramos representativos, cuyos límites superiores alcanzan 3.960 y 4.200 m s. n. m.
El magistrado Alberto Rojas (presidente de la Corte), sustanciador de la sentencia T-361 de 2017, reseñó como “en las disciplinas de las ciencias naturales se ha reconocido la dificultad para definir los ecosistemas de páramo”, procediendo luego a destacar “algunas características de los ecosistemas de páramo con el fin de comprender su importancia y particularidad”.
En ese orden de ideas, consideró relevante aclarar que “el bioma de páramo se compone de tres pisos ecológicos, como son el subpáramo, páramo medio y superpáramo” porque “esas franjas referidas integran el ecosistema, de modo que deben hacer parte de protección y de gestión ambiental en su integralidad. Además, ello desvirtúa la idea de que los páramos se caracterizan exclusivamente por la presencia de la vegetación de los frailejones, pues en el subpáramo se evidencian otras especies arbóreas”.
Más adelante, la sentencia juzgó que “la discusión frente a la definición de los páramos es fundamental para identificar sus límites con el bosque altoandino. Esa precisión es necesaria con el objetivo de realizar una adecuada delimitación de ese ecosistema e implementar una gestión óptima de ese recurso natural. De la misma manera, el encuentro entre los dos biomas mencionados representa una amplia explosión de diversidad que debemos preservar”.
Citando el estudio Transición bosque-páramo. Bases conceptuales y métodos para su identificación en los Andes colombianos, publicado por el Instituto Alexander von Humboldt y el Fondo Adaptación en 2015, el fallo de la Corte resaltó que “desde el punto de vista biótico, el límite inferior del ecosistema paramuno se encuentra en la zona de contacto entre el bosque altoandino y la parte baja del subpáramo, presentándose en ocasiones de manera gradual (ecoclina) y en ocasiones abrupta”, espacio que muestra una gran presencia de flora y fauna, variando según la cordillera en que se encuentra el ecosistema, lo que el Instituto von Humboldt ha denominado Zona de transición bosque-páramo.
Como se ve, lo que fue es a todas luces una propuesta interesante de Colombia para crear y financiar una estrategia global de protección de páramos, terminó imbuida en un nuevo y desgastado pulso sobre la demora en la delimitación y marco regulatorio para preservar estas áreas en nuestro país. Así será muy difícil que la comunidad internacional le jale a la idea de Duque.