El avance de ómicron | El Nuevo Siglo
Lunes, 3 de Enero de 2022

Nuevos retos de la pandemia

* Cautela debe primar en Colombia

 

 

El avance de la pandemia del coronavirus en Colombia debe ser, por supuesto, motivo de honda preocupación. Desde hace semanas, cuando la variante ómicron se expandió de Suráfrica por Europa y Estados Unidos, se sabía que su llegada al país se daría en cosa de pocos días, dadas las características globales de la enfermedad y sus nuevas condiciones altamente contagiosas.

Al respecto, algunos medios colombianos llamaron la atención sobre el tema, sin causar alarma, pero informando irrestrictamente del progreso planetario de la patología. Sin embargo, la nota prevalente por parte de las autoridades regionales fue mantener intactas las fiestas navideñas y de fin de año (con algunas precauciones), al mismo tiempo que se declararon a la expectativa de una mayor certeza e información sobre el desarrollo epidemiológico, entonces todavía sujeto a la progresión de la variante delta.

No obstante, a pocas semanas es evidente que lo ocurrido en otras partes del mundo con ómicron tiene todos los visos de replicarse en Colombia, bajo un incremento exponencial de los casos activos, incluso sin llegar aún a las dramáticas cifras europeas o de algunas ciudades norteamericanas que siguen en ascenso. En esa dirección, no es solamente el número vertiginoso de contagios, sino que algunas redes hospitalarias locales podrían comenzar a sentir la presión sobre las unidades de cuidado intensivo a raíz del número creciente de afectados. Es lo que advirtió la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas, con un incremento de casos en Bogotá, Antioquia, Santander y Valle del Cauca, aunque la infraestructura es muy superior a la de los inicios de la pandemia. De suyo, esta presión podría evidenciarse en mayor medida en la atención primaria. Por lo pronto, la curva de las nuevas hospitalizaciones se concentra en el rango etario de 40 a 55 años.     

En todo caso, la estrategia colombiana continúa siendo la vacunación, puesto que la mayor tasa de incidencia virológica parecería residir en los no vacunados y en los menores de edad. De hecho, en otros lados, como Israel o Chile, se está administrando una cuarta dosis, a pesar de que ómicron se ha mostrado hasta ahora menos letal que variantes anteriores y aunque su desenvolvimiento sea similar a la sintomatología de una gripa leve. En Colombia, es fundamental conseguir en muy corto tiempo la vacunación completa, para quienes tienen solo una dosis, y proceder a la tercera inyección en quienes están aptos para incrementar la inmunización.     

Por su parte, al igual que en el exterior, la responsabilidad directa sobre el manejo de la crisis sanitaria recae en las autoridades municipales y regionales colombianas. En España, por ejemplo, mientras algunas regiones adoptaron el toque de queda (Cataluña) otras fueron más laxas. Así ocurrió, ciertamente, cuando el gobierno de Pedro Sánchez se abstuvo de decretar el nivel de alarma general, por lo cual las decisiones quedaron a cargo de alcaldes o jefes de las autonomías. Cada zona, pues, ha señalado sus propios procedimientos y recomendaciones a la ciudadanía.

En Gran Bretaña, el gobierno de Boris Johnson sí tomó algunas determinaciones de alcance nacional, lo que inclusive llevó a la división de su partido. En tanto, en los Estados Unidos el punto ha radicado en la detección temprana, por lo que se han repartido millones y millones de pruebas a domicilio y en todos los barrios hay posibilidades de hacerse una PCR. También redujeron el tiempo de asilamiento, en caso de contraer el virus. 

En tanto, en el mundo hay debate entre los científicos sobre si ómicron es una demostración de que la pandemia va en descenso, incrementando su velocidad de contagio, pero disminuyendo su letalidad o si, por el contrario, a partir de la nueva variante el coronavirus tendrá mayor incidencia. Inclusive, frente a los no vacunados, algunos dicen que la infección con consecuencias leves o asintomática es una manera de adquirir la inmunización.

Lo peor, en todo caso, es volver a esa instancia colombiana en que se intentó politizar el tema. Nada más nocivo para una estrategia efectiva, en la que se tomen determinaciones adecuadas y ajenas a la campaña electoral. Para ello es menester que se dé la mayor cantidad de información posible sobre la materia a la ciudadanía. No basta con señalar que vamos hacia un pico, por la mezcla entre delta y ómicron, sino que es indispensable una pedagogía más extensa y apropiada. Y es indispensable que cada urbe o municipio adopte los criterios atinentes para enfrentar una situación crítica en pleno desarrollo y se dejen de lado las gigantescas aglomeraciones que hoy son pan de cada día, inclusive sin los tapabocas obligatorios.

La cautela debe ser la norma, porque en una crisis sanitaria que ante todo se ha demostrado impredecible esa es la mejor consejera.