‘Érase una vez en Venezuela, Congo Mirador’ regresa a cine | El Nuevo Siglo
El exitoso camino que ha obtenido el filme lo trae de vuelta a Colombia durante esta semana y hasta el 30 de este mes con proyecciones en Medellín, Cali y Bogotá.
Foto cortesía
Viernes, 18 de Junio de 2021
Redacción Cultura

Cali, Medellín y Bogotá vuelven a proyectar en sus salas de cine Érase una vez en Venezuela, Congo Mirador, un documental dirigido por Anabel Rodríguez Ríos, quien celebra por estos días dos nuevos premios en el Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos de Buenos Aires: el segundo lugar en la Competencia Oficial de Documentales Latinoamericanos y el premio Signis Argentina.

Las funciones en Cali son en el Museo La Tertulia este sábado a las 6:00 p. m. y el domingo a las 4:00 p. m. En Bogotá las proyecciones están programadas en la Cinemateca este viernes y el domingo. En Medellín, las funciones serán al aire libre este viernes a las 6 p. m. en Parques del Río, el 30 de este mes en el Parque de Las Luces y el 15 de julio en el Parque Berrio.

Érase una vez en Venezuela, el primer largometraje documental de la cineasta venezolana Anabel Rodríguez Ríos, retrata la historia del pueblo palafito Congo Mirador, ubicado al lado sur del Lago de Maracaibo y cuenta la realidad que vivieron sus habitantes, divididos por circunstancias políticas, las consecuencias de afectar el cauce natural del agua y el abandono del gobierno.



La película estrenada en el Festival de Sundance 2020 y ganadora del Premio a Mejor Película Internacional en el Hot Springs Documentary Film Festival (EE.UU.), y el Premio a Mejor Película en el WatchDocs Human Rights Film Festival (Varsovia), entre otros reconocimientos, muestra cómo  la mezcla de situaciones llevó a este paraje turístico, que se caracteriza por los espectaculares y silenciosos relámpagos del Catatumbo que iluminan el cielo con  descargas eléctricas durante 297 días del año, a ser abandonado por sus habitantes al convertirse en un lugar inviable cuando el sedimento se tragó sus canales y sus sueños. 

Su directora habló sobre el desarrollo de esta producción, sus experiencias y personajes del documental.

Anabel esta película no es solamente sobre el abandono de un gobierno, sino sobre una comunidad dividida por la política ¿cómo eligió a los personajes?

ANABEL RODRÍGUEZ RÍOS: Los elegimos, como parte de un proceso creativo que comenzó con la intención de contar la historia desde el mundo de los niños, porque gran parte de ellos se fueron del pueblo buscando sobrevivir en otros lugares, solo  quedaron Yoaini, quien es la niña retratada en el relato y su hermano Víctor. Como una continuación natural, seguimos la historia desde una persona cercana a ellos, la maestra Natalie Sánchez. Al adentrarnos en el mundo del pueblo, desde el ángulo de esta maestra, supimos que ella recibía muchas presiones para dejar su cargo por parte de Tamara Villasmil.

Tamara es quizá el personaje más fuerte, por lo que representa del mismo gobierno…

ARR: Lograr grabar con Tamara nos tomó cerca de tres años, en los cuales no teníamos realmente acceso a ella. Siempre fue para nosotros una persona fascinante dentro de ese universo. Era el centro de todo lo que ocurría en el pueblo. Nos daba así una gran oportunidad de poder observar y tratar de entender cómo funciona ese sentimiento dictatorial en una comunidad, en una familia. Un sentimiento muy común en la familia venezolana diría yo. 

¿Cómo fue el rodaje, los tiempos y el equipo?

ARR: Durante cinco años iba a Congo Mirador cada dos o tres meses desde Viena (Austria), donde vivo y me quedaba en el pueblo dos o tres semanas. Éramos máximo siete personas, entre ellos tres de los 13 hijos del comisario Hernández, Arcenio, Pedro y Henry, quienes además de darnos protección dentro del pueblo, nos apoyaron con la producción, el cuidado paramédico y en la cacería y cocina durante el rodaje. Desde Mérida y Caracas, iban el director de fotografía John Márquez y uno o dos productores.

Cinco años son mucho tiempo para no tender puentes con cada una de estas personas ¿logró mantener una distancia ‘saludable’ para una documentalista?

ARR: No logré mantener distancia de ninguna de las personas a las que retratamos. Tan es así que hasta el día de hoy estamos ligados a estas familias. Entre otras cosas, mantenemos una colecta permanente dedicada en especial a los protagonistas de la película que están en situación de pobreza extrema como Yoaini. Encuentro inevitable contar una historia así y no involucrarse activamente en procurar apoyos para estas personas.

¿Cómo era Congo Mirador antes?

ARR: El Congo Mirador era un pueblo donde las familias eran como clanes. Estaban los Villasmil, los Soto, los Sánchez, entre otros. Cada uno había sido fundado por un hombre fuerte, algunos de ellos prófugos de la dictadura del militar José Vicente Gómez, hacia el inicio del boom petrolero en los años 30. 

Era muy común que estos hombres recios, fueran también poetas. Su forma de contar era a través del uso de la forma métrica de décimas. El padre de Tamara Villasmil, por ejemplo, creó oralmente varios cuentos-poemas, que la madre de Tamara sabía de memoria. Quizá la misma Tamara aún tenga recuerdos de ese mundo.