Grandes multitudes de peregrinos comenzaron a orar desde esta mañana en el Monte Arafat de Arabia Saudita, el punto más alto del mayor peregrinaje del hach desde que la pandemia redujo la participación durante dos años.
Los fieles pasaron la noche en campamentos en el valle de Mina a siete kilómetros de la Gran Mezquita de La Meca, el sitio más sagrado del islam.
En las primeras horas ayer convergieron en el Monte Arafat, donde se cree que el profeta Mahoma dictó su sermón final, para el más importante de los rituales del hach.
Pasaron todo el día en el sitio orando y recitando el Corán, el libro sagrado musulmán.
Al caer la noche se dirigieron a Muzdalifah, a medio camino entre Arafat y Mina, donde durmieron bajo las estrellas antes de realizar hoy la simbólica ceremonia de la "lapidación del diablo".
El hach de este año ocurre en medio de un rebrote de covid-19 en la región, con algunos países del Golfo que endurecieron las restricciones para mantener los contagios bajo control.
El millón de participantes, 850.000 de ellos venidos del exterior, debieron presentar comprobantes de vacunación completa y pruebas de PCR negativas. Al llegar el jueves a Mina recibieron paquetes con mascarillas y desinfectante de manos.
El hach, normalmente una de las mayores congregaciones religiosas anuales del mundo, está entre los cinco pilares del islam y debe ser realizada por todos los musulmanes que tengan los medios necesarios al menos una vez en sus vidas.
En 2019, unos 2,5 millones de fieles de todo el mundo participaron, al igual que en años anteriores.
Pero el brote del coronavirus obligó a las autoridades sauditas a reducir fuertemente la participación.
Solo 60.000 ciudadanos y residentes sauditas participaron en 2021, y unos pocos millares lo hicieron en 2020.
Sol y lágrimas
El peregrinaje puede ser físicamente agotador incluso con condiciones idóneas, pero los participantes de este año enfrentan otro desafío: un sol calcinante y temperaturas de 42 ºC.
El islam prohíbe a los hombres usar sombreros una vez que comienzan los rituales, y muchos se han resguardado con sombrillas, tapetes de oración e incluso, en un caso, un balde pequeño con agua.
Las mujeres están obligadas a cubrir sus cabezas con pañuelos.
La mañana del viernes en la montaña, muchos fieles lloraron mientras oraban y cargaron sombrillas anticipando las fuertes temperaturas del día.
Condiciones extremas
"Podemos tolerar (el calor). Estamos aquí por el hach, cuanto más toleramos, más es aceptado nuestro peregrinaje", declaró Laila, una peregrina iraquí de 64 años que solo reveló su primer nombre.
Las autoridades sauditas instalaron cientos de lechos de hospital para atender a quienes sufren de insolación.
Un camión reparte sombrillas, botellas de agua y pequeños abanicos.
Aún así, el Centro Nacional de Meteorología envió alertas a los teléfonos móviles de los peregrinos para urgirles evitar los rituales en exteriores a ciertas horas del día cuando hace más calor.
Hoy los peregrinos participarán en la lapidación, el último gran ritual del hach.
En años pasados, este ritual provocó estampidas mortales, cuando cientos de miles de participantes convergen en un espacio pequeño.
Después de la lapidación, los peregrinos regresan a la Gran Mezquita para una última "tawaf", cuando rodean la Kaaba, una estructura cúbica envuelta en un tejido negro bordado con oro que es el punto focal del islam.
El Eid al-Adha, la fiesta del sacrificio, marca el final del hach.