Sainete macondiano | El Nuevo Siglo
Jueves, 4 de Julio de 2019

El episodio de la desaparición de Jesús Santrich produce una profunda verguenza y eso que todavía llaman dolor de patria...pero no por la suerte de Santrich, que no ha dejado de ser lo que es, él no ha engañado a nadie. Ha sido consecuente con sus convicciones ideológicas y guerreristas, con su profundo desprecio por la inmensa mayoría de colombianos que no abraza las armas, con su desdén por las víctimas y por la libertad de prensa, encarnada en los mismos que lo defienden a ultranza.

El dolor de patria lo provocan hoy quiénes nos vendieron e impusieron peligrosas ilusiones. Quienes, en nombre de una “paz” que no tenía nada que ver con reconciliación, se burlaron de las víctimas, del Estado de Derecho y de la democracia y nos hacen ver hoy ante el mundo como un país de tontos. Quiénes menospreciaron lo que el ciudadano común y corriente había advertido desde el principio: que Jesús Santrich no tenía vocación de paz y se iba a volar. Quienes le torcieron el cuello al estado de derecho.                                                                          

¿Quiénes son? Los oportunistas del establecimiento. Los que privilegiaron ambiciones personales y políticas por encima del interés general. Las élites que convirtieron el narcotrafico, que ha financiado tanto derramamiento de sangre, en delito político. Los que en nombre de la paz perdonaron, sin legitimidad, delitos de lesa humanidad, los que instrumentalizaron a las víctimas para avalar un acuerdo sin ellas, haciéndoles creer que perdón equivalía a renuncia de derechos.

Y también quiénes en un falso alarde de "libertad y tolerancia" asfixiaron los derechos de las mayorías, para favorecer a un guerrillero no arrepentido que además es actor, entrenado en despertar desde compasión hasta furia e indignación.  Quiénes lo dejaron libre, no lo consideraron peligroso, desconocieron las pruebas enviadas por el gobierno americano y ridiculizaron la renuncia del Fiscal. ¿Ahora con qué nos van a salir?

¿Cómo es posible que un hombre hipervigilado y ciego se les haya perdido de vista a los gobiernos de Colombia y de EE.UU? 

¿Quién puede explicar cómo se le desapareció a una justicia que le ha dado más garantías a quien está acusado de narcotráfico y de delitos de lesa humanidad, que a las mismas víctimas? 

Es lamentable ver a unos grupos desesperados suplicándole a Santrich que regrese. Los mismos que, en nombre de la "paz", han terminado defendiendo a un guerrillero señalado de narcotraficante, que se burla del país. Se exponen a un “quizás, quizás, quizás”.

¿Seguirán teniendo el coraje de decir que defienden a Santrich, como una manera de privilegiar el derecho de las víctimas a la verdad? Esta argumentación está pasando a ser vergonsoza. Por favor, no la repitan más. Da pena ajena.

Lo bueno de este episodio, que más parece un sainete macondiano, es que la burla y desafío de Santrich a las instituciones, aunque se llegara a presentar el 9 de julio ante la Corte Suprema de Justicia, arroja luz sobre toda la situación y permite apreciar por contraste a un grupo mayoritario de   ex guerrilleros de las Farc que sí dejaron las armas y le están apostando a la reintegración.