¿Sinsalida cafetera? | El Nuevo Siglo
Jueves, 30 de Agosto de 2018
  • Salvavidas a productores Vs. estrechez fiscal
  • Caída de precios así no se veía desde 2006

 

El panorama para el sector cafetero colombiano es muy complicado. Las cifras al respecto son inapelables: el precio internacional de referencia para los granos de calidad suave completa 22 meses cayendo de forma continuada, pasando de 1,6 dólares  por libra en noviembre de 2016 a 1,09 en julio pasado. En lo corrido de agosto ha sido más crítica la situación, llegando incluso a un mínimo de 0,97 dólares por libra. Para evidenciar la gravedad de esta cotización baste con decir que desde julio de 2006, es decir desde hace más de doce años, el precio del café de nuestro país no se ubicaba por debajo de un dólar.

Obviamente los más golpeados con esta crisis de precios son los productores. Según la Federación Nacional de Cafeteros el precio interno base de compra ha disminuido casi un 19 por ciento en el último año, lo que significa que la carga del grano pasó de valer 851 mil pesos en agosto de 2017 a 687 mil al cierre del actual mes.

En materia de divisas la cuestión es más complicada, ya que la cosecha cafetera de este año valdría 1,4 billones de pesos menos que la de 2017. Un retroceso de esa magnitud es claro que afecta de forma muy drástica no sólo los ingresos de las más de 540 mil familias cultivadoras así como de las economías regionales, sino la balanza comercial del país. Y es que si bien es cierto que el dólar se ha fortalecido en los últimos meses, compensando en algo el coletazo de los bajos precios, la tasa de cambio continúa registrando fuertes altibajos, una volatilidad que impide vislumbrar un horizonte medianamente estable a corto o medianos plazos. Como se sabe, el precio de la divisa se ha visto afectado por asuntos coyunturales como la accidentada geopolítica petrolera o los frentes de ‘guerra’ comercial abiertos por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, contra potencias como China y la Unión Europea. Tales circunstancias impactan más fuerte la cotización del grano que las mismas coyunturas climáticas en los países con mayor cuota exportadora.

A ello se suma que persisten otros factores que distorsionan el mercado cafetero, tal y como se expusiera esta semana en una cumbre entre productores colombianos y brasileños. Factores que tienen que ver, por ejemplo, con el desequilibrio que implica que los precios internacionales del grano están por debajo de los costos de producción. También se denunció la persistencia de la especulación financiera de actores ajenos a la cadena cafetera con el fin de presionar artificiosamente las cotizaciones en los mercados mundiales. Por igual está detectado que las multinacionales poseedoras de grandes inventarios del grano los utilizan para influir sobre la cotización y maximizar sus ganancias en detrimento de las naciones productoras. Todo ello sumado a la concentración de la industria y del sector de la distribución, que al ejercer posición dominante imponen condiciones lesivas de pago y precio a las naciones cafeteras.

Visto todo lo anterior, es obvio que la crisis cafetera en Colombia tiene causas internas y externas muy difíciles de contrarrestar o, al menos, neutralizar en el corto plazo. El salvavidas por un monto de 100 mil millones de pesos anunciado por el Gobierno como un apoyo directo para amortiguar la caída del precio interno del grano resulta, sin duda, una buena noticia. Lo importante ahora es que el mecanismo que se defina para aplicar ese alivio sea eficiente y de fácil implementación.

Es evidente que los recursos anunciados son apenas una parte de la solución. Habrá que seguir analizando ayudas gubernamentales de mayor calado, aunque teniendo en cuenta la estrechez fiscal imperante y que hay otros sectores productivos en crisis que también están urgiendo ayudas estatales. En vista de ello hay que acelerar los estudios sobre la viabilidad de un eventual Fondo de Estabilización de Precios del grano.

En el entretanto, es urgente que los países productores logren definir una plataforma de acción consensuada para exponerla a comienzos de septiembre en la cumbre de la Organización Internacional del Café, a realizarse en Londres.

Por ahora, esos 100 mil millones de pesos deben irrigarse en el sector cafetero, sobre todo entre los productores de menores ingresos, sin duda los más golpeados. Ya se verá en los próximos meses si hay margen para nuevos salvavidas económicos y definir una focalización más progresiva. En el entretanto, no hay otra opción que maniobrar para pasar este trago amargo.