RENOVADO compromiso para reducir el calentamiento global expresaron los líderes de las 20 mayores economías del mundo, pero aclararon que las medidas se adoptarán acorde a las “capacidades” y “circunstancias” de cada país, lo que a más de considerarse una tímida decisión dispara los temores de que la cumbre climática que inicio en Glasgow sea un fracaso.
Hay consenso frente a la urgencia de bajar la calefacción global a 1,5ºC pero persisten las diferencias sobre cómo acordar un planteamiento concreto, pero sobre todo vinculante y verificable. De allí que lo firmado en Roma por los líderes del G20, que se esperaba fuera un contundente documento que sirviera de punto de partida para la cita en Escocia, sea el presagio de que se desaprovechará esta ‘última oportunidad’ climática, tal cual lo calificó el secretario de Naciones Unidas.
"Reafirmamos nuestro compromiso en la implementación plena y efectiva del Acuerdo de París, tomando acciones de mitigación, adaptación y finanzas durante esta década crítica, atendiendo al mejor conocimiento científico disponible, reflejando el principio de responsabilidades comunes, pero en función de las responsabilidades diferenciadas y las capacidades respectivas, a la luz de las distintas circunstancias nacionales", reza la declaración rubricada por la veintena de líderes mundiales que de Roma se dirigieron a Glasgow, donde se da por descontado que defiendan dicho lineamiento, pese a que sus países son los responsables del 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
En otro acápite indicaron que mantendrán “los esfuerzos para alcanzar la neutralidad de carbono”, lo que se traduce en la práctica en emitir la misma cantidad de CO2 a la atmósfera de la que se retira por distintos procesos de absorción, en un plazo ambiguo en torno a "mediados de siglo".
De igual forma se comprometieron a dejar de financiar la construcción de nuevas centrales eléctricas de carbón en el extranjero y reafirmaron su compromiso, hasta ahora incumplido, de movilizar 100.000 millones de dólares para los costes de adaptación al cambio climático en los países en desarrollo.
Muchos ambientalistas y expertos aupados en diversas ONG mundiales expresaron su inconformismo con lo acordado en el G20, el que se veía como un ensayo general para la COP26 que ayer, con la asistencia de presidentes, jefes de gobierno o sus representantes, así como científicos y expertos se instaló en la mencionada ciudad escocesa.
En medio del caldeado ánimo, se multiplicaron los llamados a los dirigentes políticos para que en estas dos semanas se logren acciones concretas para enfrentar esta amenaza al futuro de la humanidad. Así, mientras el papa Francisco apeló a la responsabilidad que cabe a los líderes mundiales y pidió orar para “que los gritos de la Tierra sean escuchados”, el primer ministro británico hizo una perentoria advertencia: “si Glasgow fracasa, todo fracasa”.
"Si no actuamos ahora, el acuerdo de París", firmado en 2015, "no será considerado en el futuro como el momento en que la humanidad abrió los ojos ante el problema, sino el momento en que empezó a hacer pasos atrás y dio la espalda al futuro", dijo Johnson, quien aseguró que “los progresos razonables alcanzados en G20 no son suficientes…Son unas pocas gotas en medio de un océano que se está calentando rápidamente".
Sobre las posibilidades de éxito de esta cita respondió "seis sobre diez. La cosa está pareja. Podemos conseguirlo o podemos fracasar a mediados de noviembre".
Llamado a la ambición
La Conferencia Mundial del Clima arrancó al mediodía de ayer con un llamamiento a la ambición, especialmente a los países desarrollados, en los objetivos de reducción de emisiones de CO2 para preservar el futuro de la población del planeta.
La ceremonia de apertura oficial se retrasó alrededor de una hora y comenzó con un minuto de silencio en honor a las víctimas de la pandemia de coronavirus.
El presidente de la COP26 y ministro británico para el Desarrollo Internacional, Alok Sharma, procedió después a subrayar la importancia de la conferencia para cumplir con los objetivos establecidos en el Acuerdo de París de 2015, incluida la limitación del calentamiento global a un máximo de 1,5ºC por encima de los niveles de la era anterior a la industrialización.
"Esta COP es nuestra última y mejor esperanza para mantener estos 1.5 (grados) a nuestro alcance. Esta conferencia internacional debe cumplir con las expectativas", ha declarado el ministro.
A invitación de Naciones Unidas, representantes de alrededor de 200 países discutirán durante quince días en la gran ciudad escocesa, con la presencia de más de 25.000 periodistas acreditados, los métodos que necesita la humanidad para contener en la medida de lo posible la aceleración del calentamiento global.
Temas como la emisión de los gases de metano, la reglamentación para analizar los progresos en el marco del Acuerdo de París o la protección de los bosques se integran en la sensación de urgencia que se respira en esta cumbre: una encuesta de opinión de la ONU apunta que el 64 por ciento de las personas creen que el cambio climático es una emergencia y que la COP26 es la "última oportunidad" para frenarlo.
La Tierra ya se ha calentado alrededor de 1,1ºC en comparación con los niveles preindustriales. En Alemania, por ejemplo, el calentamiento es ya de 1,6º. En París, hace seis años, la comunidad internacional acordó limitar el calentamiento global a un máximo de 2ºC, o mejor a 1,5º. Sin embargo, hasta ahora los planes presentados por los estados distan mucho de ser suficientes.
Esta misma semana, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, coincidió con la ONU en que la COP26 es "el momento de la verdad", y pidió que la ambición de los participantes se demuestre desde el primer panel de la conferencia: el primer pleno de las partes del protocolo de Kioto y de París, tras días de preparación ante la llegada, a lo largo de la semana que viene, de los líderes mundiales.
El enviado especial para el cambio climático de Estados Unidos, John Kerry, aseguró que confía en que los líderes mundiales puedan alcanzar un "progreso enorme" durante la COP26. "Tenemos que alcanzar en torno a una reducción del 45 por ciento durante los próximos diez años y esta es la década clave, así que todavía tenemos 30 días para trabajar y seguiremos trabajando", ha declarado el enviado especial.
Por su parte, las organizaciones medioambientales y el secretario general de la ONU, António Guterres, se han quejado en los últimos días de que muchos países no han ajustado lo suficiente sus planes climáticos en los dos años transcurridos desde la última conferencia de la ONU en Madrid y han retrasado la necesaria eliminación rápida del carbón, el petróleo y el gas.
Esto se debe a que el calentamiento de la atmósfera provocado por el hombre a través de los gases de efecto invernadero ya está provocando que los fenómenos meteorológicos extremos se vuelvan más frecuentes. Los ejemplos incluyen las recientes inundaciones en Alemania, la sequía en la zona del Sahel en África y los devastadores incendios forestales en California y Rusia.
La pandemia del covid-19 y la gran sacudida económica y social que supuso el confinamiento ha alterado profundamente el tablero diplomático, y algunos actores importantes, como el presidente chino Xi Jinping o el ruso Vladimir Putin, optaron por no acudir a la cita.
Si bien los países en esta cita deberán reforzar sus compromisos de reducción de emisiones (para lo cual han publicado sus estrategias nacionales) el gran objetivo de la misma es que se comprometan con fechas comunes, reglas de control obligatorias, transparencia en esta lucha mancomunada, acuerdo para los mercados de carbono y la creación de un fondo con 100.000 millones de dólares para ayudar a que los países pobres logren mitigar y adaptarse al nuevo clima.
Esos 100.000 millones ya estaban comprometidos en principio para 2020. Faltan aún 20.000 millones, según cálculos del club de países ricos, la OCDE, pero Canadá y Alemania han anunciado un compromiso para que los países ricos normalicen la situación de aquí a 2023.