ALBERTO ABELLO | El Nuevo Siglo
Lunes, 2 de Julio de 2012

Un patricio conservador

 

La semana pasada murió en Barranquilla Carlos Daniel Abello Roca, un patricio en el sentido romano del término, un político  de principios que como Álvaro Gómez se había formado con los Jesuitas en el San Bartolomé y la Javeriana; tanto él como su socio de oficina, Francisco Posada de la Peña, brillante representante de la inteligencia colombiana,  acompañaron al jefe conservador en sus campañas políticas, que a diferencia de las de ahora tenían siempre objetivos fundamentales  de cambio. Lejos del sistema vigente de compra de votos para avanzar en la jerarquía de los partidos políticos, negociar avales, alcanzar ventajas personales y subir los escalones políticos gracias al electorado cautivo, Abello hizo una carrera de méritos, desde Juez Municipal,  Secretario de Gobierno departamental y Gobernador, concejal de Barranquilla, diputado a la Asamblea, representante a la Cámara en cuatro períodos durante los cuales ocupó la presidencia de la corporación (1966-1967).  De natural generoso, en  el Atlántico se recuerdan sus obras de gobierno y el apoyo que solía dar a los jóvenes de talento para que se destaquen en el servicio público

A Carlos Daniel Abello, elegido a la Constituyente del 91, le encomienda  el doctor Gómez impulsar la creación de la Fiscalía Nacional. El dirigente conservador estaba por restablecer el pleno imperio de la ley en el país, lo que parecía imposible con los rudimentarios recursos de entonces. Así que Abello, presenta la iniciativa de una Fiscalía poderosa, tecnificada, con fondos y  dientes para  combatir y abatir el crimen organizado, cuando la Nación estaba acorralada bajo el imperio de las mafias. Gracias a su concurso y el apoyo de los constituyentes salió aprobada  la Fiscalía, que   hoy  se esfuerza en cumplir su  misión de combatir la delincuencia.

Me cuentan que en los últimos años se  retiró de la política, puesto que sentía mortal repugnancia por la forma como había degenerado bajo  el imperio del estiércol del diablo la senaduría nacional, convertida en elemento clave de la corrupción política.  Tener  que  hacer una mini campaña presidencial para ser senador pervirtió esa figura y es un cáncer que corroe la democracia. Lo que motiva popularmente la revocatoria del Congreso. La financiación de las campañas se ha convertido en obsesión de los electoreros, que los lleva a forjar negocios perversos con el Estado y negociar  leyes como la de la reforma de la justicia en contubernio con el Gobierno.

Abello,  distinguido y sencillo, era un hombre de libros, de códigos y leyes, que  ejerció el periodismo con honor para defender   postulados conservadores; semanalmente escribía en El Siglo y fue director del Diario del Caribe; como Decano de Derecho inculcaba la ética y el saber, como fundamento  de la profesión de abogado. Cuando Álvaro Gómez, desafió el Régimen, en denodada lucha que le costó la vida, entre las figuras  insobornables y dignas de la política nativa con anclaje en la Costa que pensaba contactar  para dar la batalla por la renovación moral de la República,  figuraba su amigo y compañero de lucha. Su  desaparición deja un profundo vacío en la conciencia colectiva.