Supervivencia del Régimen
Álvaro Gómez, con visión de estadista superior, alcanzó a percibir y denunciar el Régimen. Su mente ágil se obsesiona con el afán de analizar día a día con lucidez la crisis política, las fallas y corrupción que agobian el sistema. Le repugnaba sobremanera puesto que había sido uno de los creadores de la Carta de 1991. La que reconocía que era lo menos malo que se había concebido en medio de un debate con elementos antagónicos, en su mayoría ajenos a la alta política y los secretos del constitucionalismo. Apenas una parte de sus iniciativas prosperan, siendo víctima de la traición de Navarro, aliado a los liberales en el gobierno que inhabilitaron a los constituyentes para ser candidatos en la siguiente jornada electoral. Así como había consagrado antes la elección popular de alcaldes, no estuvo acorde con la elección popular de gobernadores. Fue el padre de la Fiscalía, iniciativa que encargó con ponencia de Carlos Daniel Abello Roca, adaptada a nuestra tradición jurídica, para combatir el crimen organizado y los delitos de cuello blanco, con exclusión de la oralidad al calco de Estados Unidos. Paternidad que desconocen al conmemorar los 20 años de la institución, asunto que el doctor Fernando Hinestrosa no olvidaba y comentamos un par de veces. Así como apoyó un Consejo de Judicatura con poderes para juzgar a los magistrados. Y un verdadero Plan Nacional de Desarrollo. Tenía claro que una cosa era reformar las instituciones y otra los hombres, sus costumbres y vicios políticos.
En esa lucha de unos pocos meses contra el Régimen, su mente no se ocupaba tanto de las personas, que son cambiantes, como del grado de corrupción que “horadaba” el sistema. Cuando regresó de su corto viaje a Francia, ya estaba en distribución su ensayo sobre la Democracia sin Partidos y la Posibilidad de hacer una política limpia, que publiqué, ocupándome hasta del último detalle con él, en Opinión Colombia, al que hice una pequeña introducción. Al regreso se mostraba optimista y me felicitó por la colaboración que a regañadientes había prestado para hablar con sus estudiantes en la cátedra de Cultura en la Universidad Sergio Arboleda, durante su ausencia, cometido que cumplí bajo el apoyo paternal del erudito y sabio Rector Rodrigo Noguera Laborde.
Cuánta agua ha corrido bajo los puentes desde entonces. Nadie se atreve a desafiar el Régimen que sigue enquistado en el sistema. Régimen que acalló la voz admonitoria del dirigente conservador; y de los asuntos decisivos que Álvaro Gómez plasma en esa Constitución; la mayoría de sus artículos han sido modificados o sustituidos por la Corte Constitucional que legisla o por el Congreso, así como por otras interpretaciones casuísticas en diversas instancias jurídicas. Los que dicen defender la Constitución de 1991, apenas consiguen reconocer unos pocos jirones de lo que se consagró entonces. Al hundirse la reforma de la Justicia, está claro que allí se pretendía subvertir los valores, no solamente de lo que quedaba en la Constitución de 1991, sino del conjunto de nuestra más valiosa tradición constitucional de doscientos años.