Parece que le sonará la flauta
La facilidad con la cual se mueven las personas que habitan una ciudad de las dimensiones de Bogotá, desde luego que es un problema que preocupa a las autoridades, cuya meta es la de procurar que la gente viva en forma amable y tranquila en sus ocupaciones diarias. Trasladarse de una parte a otra de la ciudad para cumplirlas es uno de los factores que pueden hacer de la ciudad un lugar agradable y ameno para vivir o, por el contrario, un factor de desagrado.
Bogotá ha venido ahogándose en el caos en el cual se ha convertido el tránsito; muchos automóviles y muy pocas calles para transitar. Se han hecho multitud de esfuerzos para tratar de aliviar en alguna forma la incomodidad. Si mi memoria no me es infiel, uno de los últimos esfuerzos fallidos fue el del alcalde Mockus que con la mejor intención resolvió contratar con una firma mexicana, ICA, la reparación de la malla vial de la ciudad. Se invirtieron, puede decirse mejor, se malgastaron muchísimos millones de pesos con resultados negativos, pero eso sí con pleitos que a la larga no se supo en qué pararon. A Mockus se le advirtió desde diversos ángulos de la opinión ciudadana de la inconveniencia de ese trato, sin que hubiera puesto atención.
Luego vino el alcalde Peñalosa quien tuvo la visión de tratar de resolver el asunto desde el punto de vista del transporte propiamente dicho. Se le ocurrió traernos la experiencia de Curitiba ampliada y mejorada y contra viento y marea dotó a la ciudad del Transmilenio que ha hecho famoso el sistema en diversas ciudades no solamente de Colombia sino también de otras ciudades del continente. No quiero ni pensar, a pesar de todos los problemas que ha venido acusando Transmilenio, qué sería de nosotros los sufridos bogotanos sin este medio de transporte. Gracias a Dios lo tenemos y también gracias a él se está actualizando, mejorando para satisfacer la demanda de la ciudadanía, a pesar del descalabro de los Nule que por poco cumplen con su cometido de aprovecharse de los recursos de la ciudad en su propio beneficio, para deterioro y retraso de la obras que en mala hora se les encargaron. Bueno, nos propuso e implantó una solución del famoso pico y placa para restringir la circulación de vehículos de uso particular y también público que ha tenido resultados que parecen aceptables. Ha tenido este sistema una serie de ajustes cuyo propósito, así lo han entendido los ciudadanos, no ha sido otro diferente al de tratar de aliviar este aspecto de la vida ciudadana.
Ahora nuestro flamante y aporreado alcalde Petro parece que le sonará la flauta con el nuevo sistema del pico y placa. Hasta el 30 de junio estaba vedada la circulación del 40 por ciento de los vehículos particulares, cuatro números por días, hoy está por fuera de circulación el cincuenta por ciento que es el número de los números pares o impares con respecto a los dígitos incluyendo el cero como número par.