Las elecciones que se acercan deben considerarse como la oportunidad para que los colombianos tomemos decisiones respecto a quienes deben estar representándonos en el Congreso de la Republica. Estas elecciones se llevarán a cabo el próximo mes de marzo y, con posterioridad a ellas, deberemos elegir a quienes llevarán las riendas del Estado como presidente de la República y vicepresidente, en primera vuelta, si alguien logra la votación calificada será elegido, o en su defecto, si no se lograra tal votación, iremos a una segunda vuelta en el mes de junio en la que participarían los dos primeros candidatos que hayan tenido la mayor votación.
En esta materia sería fundamental elegir en el Congreso a los mejores y aprovechar la ocasión para no elegir a los que han tenido alguna relación con la corrupción o se han beneficiado por decisiones privilegiadas de Estado para fortalecer sus intereses privados, actos que tanto daño le han causado a nuestro país y a los valores éticos y principios morales.
Para la Presidencia debemos ser igualmente cuidadosos pues estamos en un momento crucial para el futuro económico, político y social de Colombia.
Para esta contienda se han presentado cerca de 50 candidatos de distintos partidos y regiones. Incluso se conformaron alianzas como la Coalición Esperanza, la de la Experiencia o la del Pacto Histórico, quienes en cada una de ellas han fijado unas reglas para la escogencia del candidato de cada coalición que se dará en consulta, junto con las elecciones al Congreso de Colombia. Por otra parte, están otros candidatos de partidos y movimientos políticos que si bien no formarán parte de las consultas si irán a las elecciones del mes de mayo para presidente de la República.
En las coaliciones se ha visto cómo se han fortalecido algunas y como se han debilitado otras, fundamentalmente por la actitud de algunos de sus integrantes.
En este último sentido, quiero referirme a actitudes como la de Ingrid Betancourt que la llamaron a participar para sumar y concertar pero terminó destruyendo la coalición y lanzándose ella como la candidata ejemplo de la anticorrupción. Pero a ella se le olvida lo que a los ciudadanos no. Por ejemplo, cómo se hizo famosa en Francia escribiendo libros hablando mal de todos los colombianos, a quienes mostró a todos como corruptos, narcotraficantes e incompetentes, y en contraposición ella se presentaba como la gran y única líder transparente, demócrata y competente. O que cuando siendo candidata fue advertida de no ir a la zona donde se encontraban las Farc y no atendiendo dicha recomendación lo hizo y terminó secuestrada. O que después de un operativo estratégicamente diseñado y ejecutado por las fuerzas militares y su comandante supremo para rescatarla, termina un año después cuando fue invitada a la conmemoración de su libertad, demandando al Estado por una elevada suma de dinero como indemnización a lo vivido. O cómo si hizo alianzas incluso para escribir libros que ahora critica en otros. O simplemente cómo en las entrevistas que ha dado y gracias a que aparece en Colombia en épocas electorales, mostró total desconocimiento de la realidad nacional.
Así no es. Así no se defienden los valores ni la moral.
Debemos estar muy atentos a votar bien y no permitir que los oportunistas, los corruptos, las personas vinculadas a grupos ilegales y en general los que no merecen la dignidad del Estado, lleguen a las corporaciones públicas y menos a la Presidencia de la República.