Buen viaje, abuelo | El Nuevo Siglo
Sábado, 27 de Julio de 2019

Para muchos eras senador, caudillo conservador, hijo de un presidente de la República. Yo solo tenía el gusto de decirte abuelo, lo cual era más que suficiente para mí. Recuerdo una de las últimas conversaciones que tuvimos frente al mar de Cartagena, ciudad que nos acogió durante cuatro años cuando la altura de Bogotá se te transformó en un peso complicado de cargar.

Me preguntaste por El Siglo, por Juan Gabriel Uribe y su familia y por mi labor en el medio como periodista. Recuerdo que con tranquilidad me dijiste que al ser comunicador social debía ser justo, sin importar la sección que cubriera, o la circunstancia que tuviera que enfrentar. También te mostraste un poco preocupado por la situación económica de los periódicos en Colombia y, por supuesto, también me preguntaste -aunque muy por encima- por Millonarios y ese día tenías un interés particular por James y la Selección Colombia. 

No pensé que esa sería la última vez que compartiría contigo pero tengo la certeza de que donde estás te encuentras bien tranquilo, eso es lo más importante. Quizás lo más duro es aceptar que no te tenemos aquí, sin embargo, es motivo de paz para todos el hecho de saber que puedes encontrarte haciendo visita con Laureano, Álvaro, Cecília, y todos los que te acompañaron y te precedieron en la transición hacia la otra vida, a esa que sabemos se llega después de la terrenal.

No fue fácil escuchar que te fuiste, nos duele a todos el hecho de que no te vamos a volver a ver ni a escuchar tus historias. Tu partida nos deja un sabor amargo, pues por un lado todos sabíamos que no estabas en la mejor condición física, te costaba respirar, se te iba el aire incluso cuando contabas con la alegría de levantarte y ver el mar Caribe.

Como nieto quiero agradecerte por todo lo que me enseñaste, no solo a mí sino a toda la familia. Tu disciplina y amor por Colombia es algo que llevaré siempre en mi corazón, la forma de honrar a tu familia y país era admirable. Muchas veces no te importó estar cansado o no tener una pausa, siempre cumpliste con tu deber y serviste a los que confiaban en ti.

Sin lugar a dudas la lección más importante que me dejas ti es el amor hacia tu país. Tantos años al servicio de Colombia, sin descanso, y con un recordado temperamento que te llevó a ocupar cargos públicos en los que diste lo mejor con tal de encontrar un avance social. Nunca dejaste de ser justo, ni de pensar primero en el trabajo de tu partido o seguidores. 

Para nosotros vivirás siempre en nuestros corazones. Quedarás en mi memoria como el hombre alegre que le gustaba compartir en familia y tener charlas ideológicas con sus partidarios, escuchando las opiniones del contrario con prudencia e inteligencia. 

Te echaré de menos, echaré de menos estar contigo y escucharte para aprender de tus viajes, tus reuniones con personajes importantes, tus “peleas” políticas y tu pasión por nuestro país. Buen viaje, abuelo, siempre te llevaré en mi vida.