Carlos Alberto Estefan Upegui‪‪‪‪‬‬‬‬ | El Nuevo Siglo
Martes, 7 de Abril de 2015

ACTITUD ANTIPÁTICA

El pecado del agente de Tránsito

Durante la temporada de Semana Santa que acaba de finalizar se movilizaron cerca de 500 mil vehículos en todo el territorio colombiano y se impusieron cerca de 10 mil comparendos, faltando datos de municipios y departamentos. Entre tanto, los “arreglos” sin comparendo merecen capítulo aparte, como la conducta de muchos agentes que dotados del poder que infunde el uniforme actúan arbitrariamente, olvidándose que también son ciudadanos y que para ellos igualmente rige la Constitución y la Ley.
El éxito no está en el número de comparendos los cuales, en efecto y eso no es nuevo para nadie, no reflejan ciertamente la cantidad real de infracciones que de hecho rebasan la cifra anotada. Precisamente el día que no haya infracciones y los agentes se dediquen a dirigir el tráfico, que es en esencia su oficio, podremos decir que han cumplido con su deber.
Esa actitud antipática e irresponsable de muchos de ellos atenta contra la paz, la sana convivencia; y en estos 8 días que acaban de pasar, atenta contra el turismo.
Desde el Domingo de Ramos los fieles que asistían con recogimiento a sus oficios religiosos, fueron sorprendidos por un agente de tránsito encargado de amargarles el rato. Sin existir señalización de Prohibido Parquear y aun sin que hubiese servicio de parqueaderos cerca del lugar, y obviamente sin más alternativa que los alrededores de las iglesias, terminaron cargando a cuestas con una sanción que no se merecían.
Para no hablar de las carreteras donde los que algunas personas llaman “verdugos” de los conductores, actuaron solo para incomodar al viajero y ganarse la animadversión de la ciudadanía por lo injusto e inconsecuente de su conducta, intencionados más en sancionar que en educar y prevenir. Para no hablar de la tentación al soborno en lugar de corregirlo o evitarlo. Obviamente, hay quienes desempeñan su oficio a cabalidad y son ejemplo de cultura y cordialidad.

Por eso, y no obstante el malestar y la incomodidad aquí descritos, debemos reconocer que el país ha evolucionado en la cultura vial y muchísimo en cuanto al cumplimiento de las normas de tránsito, traduciéndose en ostensible reducción de accidentalidad, la cual podría disminuirse aún más una vez el interés por disciplinar a los motociclistas sea mayor, pues estos se han convertido en una invasión insoportable y en la causa de un número considerable de muertes en calles y carreteras.
Un amigo chileno de paso por Colombia se mostró sorprendido de ver, cómo en nuestro país se le tiene miedo al policía, cuando realmente su oficio está concebido para ejercer una labor de protección al ciudadano.
Así las cosas, termina siendo esta una labor malentendida, cuando el policía de tránsito cumple a cabalidad con su oficio y se encuentra igualmente con conductores arbitrarios, violentos y groseros, que  los hay y en gran cantidad, quienes con plena advertencia y total convencimiento infringen las normas.
El  Catecismo de la Religión Católica, escrito por el padre Gaspar Astete, define el  Pecado Mortal como: "decir, hacer pensar, o desear algo contra le ley de Dios o la ley humana, con plena advertencia y total convencimiento". Por su parte, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAL), define la palabra pecar, como la "Falta a cualquier obligación, precepto o regla”. Dando a entender que existe pecado si hay el propósito de cometerlo, cuando se es consciente de eludir la responsabilidad.
En ese orden de ideas, habría que establecer quién es el que realmente peca, el agente de tránsito, el conductor o los dos a la vez.