Carlos Martínez Simahan | El Nuevo Siglo
Sábado, 11 de Abril de 2015

El sucesor (II)

El panorama conservador está más complicado que de costumbre. Tras la unión aparente hay altas tensiones originadas en las posiciones encontradas frente a la candidatura y el Gobierno Santos II. Peor aún, el pragmatismo generalizado ha dado lugar al desgano doctrinario y al olvido de los altos valores de la política. (Quien sume ¡bienvenido! No importa el origen de sus votos). La magnitud del fenómeno es alarmante y se acrecienta por la atracción que otras formaciones están ejerciendo sobre las masas azules. En la encuesta de Polimetría (enero/15) los afines al Partido Conservador pasan de 7% a 5%. Consecuencia, seguramente, de la renuncia a la legitimidad que concedía la elección popular de las autoridades regionales. Gran parte de la muchachada quedó sin orientación y sin oficio en el Partido.

A pesar de las difíciles circunstancias, Marta Lucía Ramírez sigue realizando una campaña meritoria. No ha parado. Recorre todas las regiones visitando e instalando directorios y opinando con inteligencia y solvencia. Se le respeta, conoce el país y se perfila como la líder conservadora con más opción. Además, tiene un as bajo la manga: ante la estrella titilante de Óscar Iván Zuluaga, buscaría el respaldo del expresidente Uribe. Es una oportunidad cierta que puede impulsarla al solio de Bolívar.

Los medios le atribuyen a Alejandro Ordóñez la intención de disputar el banderín azul. Es  combatiente y combatido. No pide ni da tregua. Su presencia en la arena política propiciaría un debate ideológico clarificador que le hace falta a la política colombiana. Su conservatismo y las coincidencias con el Centro Democrático le permitirían competirle a Marta Lucía el mismo electorado. Tendrá en su contra un concierto de minorías que no lo pueden ver ni en pintura.

Desde las entrañas del poder se asoma la figura brillante de Mauricio Cárdenas. La Presidencia de la República siempre ha sido su norte, pero no lo obnubila. Las difíciles decisiones que le corresponden como Ministro de Hacienda, las toma consultando el interés general. Le falta fogueo popular, untarse de barro. Necesita que los conservadores lo perciban como el abanderado del Partido en el Gobierno. Lo ha intentado, sin lograrlo. No por sus designios. Por los del presidente Santos quien solo tiene ojos para Vargas Lleras.

En todo caso, las tres personalidades mencionadas gravitarán en el futuro del Partido y del país. Las acompañará el joven presidente del Dinacional, David Barguil. Su trayectoria exitosa asegura que superará “el dirigismo parlamentario” y el activismo voluntarista. Tiene que liberarse de “hacer más de lo mismo”. Sabe, como pocos, que los partidos modernos consultan primero a los investigadores de opinión, a los especialistas en comunicación social, a los expertos en el lenguaje de las redes sociales. Después se hacen las propuestas, se organiza la campaña, se entra al ruedo. Ese es el momento de estremecer el hipopótamo y de comprometerse con políticas  públicas que conviertan al Estado en el principal agente de la equidad. Es  lo que requieren las sociedades dispares, como la colombiana.