El año inicia con el debate público de la lucha por el poder de los aspirantes a la presidencia de la República. Supuestamente apoyados por los partidos o movimientos políticos, grupos improvisados, pues la verdad sea dicha, la militancia partidista en Colombia hace años dejo de ser una afiliación fundada en identidades ideológicas. Hoy son intereses egoístas o, simplemente, atracciones viscerales, resultado de la emotividad que la figura del candidato impacta en sus adeptos, al igual que ocurre con los aficionados admiradores de los equipos de fútbol o de las candidatas a reinas de belleza.
Hace algunos años las campañas se hacían con discursos en lugares públicos, alocuciones que exponían teorías y proyectos ideológicos, en un lenguaje vulgar y comprensible por las masas. Hoy todo ha cambiado. Las campañas se hacen a través del “twitter”, los videos y de las vallas publicitarias que exhiben la imagen del candidato, posando para seducir con el físico y no con la inteligencia. Y los debates televisivos apuntan más a la satisfacción de los intermediarios del espectáculo que a descubrir a los protagonistas de la escena. La causa del multipartidismo actual obedece a esa deficiencia. No hay líderes de verdad.
Intentar una reunión similar a la organizada por Agatón, para discutir las distintas concepciones del amor, banquete al cual asistió, entre otros partícipes, el famoso Sócrates. También compartieron la charla Aristófanes, el irónico, Erixímaco, médico, Aristodemo, Pausanias y, se supo la opinión de la filósofa Diotima de Mantinea, concepto este valioso por cuanto se expresó defendiendo el justo medio, demostrando que todo extremo es vicioso y su razonamiento dejo al lado el fanatismo y la pasión.
Si se llevara cabo una reunión pública, en la que los aspirantes a dirigir el gobierno expusieran sus opiniones acerca del sentido del poder, al igual que en el banquete se discutió el sentido del amor, sería un escenario que facilitaría descubrir las íntimas “convicciones” de los contertulios.
Así como Fedro expuso que de todos los dioses, el amor es el más antiguo, el más augusto y el más capaz de hacer al hombre virtuoso y feliz durante la vida y después de la muerte, es necesario que los gobernados entiendan que el peor de los demonios es el odioso poder y para prevenir los daños que con él puede causar el detentador, es indispensable otorgárselo a una persona decente, y su decencia se conoce a través de la historia de su vida y de la expresión sincera de sus sentimientos.
Suelen programarse debates televisados, escenario en el cual los que se exhiben son los entrevistadores y no los entrevistados. Este es un país de narcisos. Una enfermedad que aberra el poder y por esa circunstancia esos interrogatorios a nada conducen. Son similares a los desfiles en los concursos de belleza. Nada aportan al público políticamente, el propósito es una competencia de los medios propagandísticos.