Enraizarnos | El Nuevo Siglo
Viernes, 3 de Septiembre de 2021

Para encarnar necesitamos el servicio de dos seres humanos: mamá y papá. Sin ellos, no tendríamos esta maravillosa experiencia llamada vida.

Como tenemos escrito el destino, necesitamos las condiciones más apropiadas para cumplir nuestra misión vital, las cuales incluyen -entre otros aspectos- cómo sucedió nuestra encarnación, el sistema familiar al que pertenecemos y la forma en que nacimos. Nada de ello es casual; por el contrario, permite que, al igual que todo cuanto nos ocurre, encontremos las mejores opciones para evolucionar y salir de la cárcel de lo predestinado, en un ejercicio permanente de consciencia. No hubo una mejor mujer para ser nuestra madre que mamá. De la misma manera, no hubo ningún mejor hombre para ser nuestro padre que papá. Por supuesto, ellos son imperfectos: así como tienen luz y grandes cualidades, también tienen muchos aprendizajes por hacer, sombras que reconocer e integrar, temas emocionales que resolver. Como todos los seres humanos.

Nuestro padre pudo habernos abandonado; nuestra madre, golpearnos; podemos desconocer el nombre de papá, saber que nos criaron los abuelos porque mamá era muy pequeña para cuidarnos o sencillamente no quiso hacerlo. Podemos tener unos maravillosos padres adoptivos, porque los biológicos tomaron otro rumbo. Con todo ello, portamos un ADN que nos vincula a mamá y papá biológicos, presentes, ausentes o donantes, así como a todos nuestros ancestros.  También, por supuesto, hemos podido contar con un padre amoroso que nos cambió los pañales, contuvo nuestro llanto y nos dio lo necesario; con una mamá que con grandes esfuerzos nos apoyó totalmente y se realizó como persona en el acto de la crianza. Con sus luces y sombras, mamá y papá merecen toda nuestra honra. ¿Qué es honrar? Es dar el lugar, reconocer que ellos son los grandes y nosotros los pequeños, en un ejercicio de amor e inclusión.

Como mamá y papá son seres humanos, es preciso que los des-idealicemos.  Tienen derecho a no ser perfectos. Honrarlos incluye reconocer tanto sus éxitos como sus fracasos y, con todo ello, darles el lugar de grandes. Cuando hacemos esto, nos enraizamos, podemos tomar todo lo que de ellos nos corresponde desde el amor, así como entregarles lo que no es tarea nuestra llevar, pues es solo de ellos: su relación de pareja, sus expectativas sobre nosotros, su abandono, su abuso, su violencia…Sus errores son solo de ellos, parte de su aprendizaje.  Nosotros también tenemos derecho a soltar todo ello y no repetir la historia, desde nuestras propias equivocaciones, no las heredadas. 

Si bien podemos reconciliarnos con mamá y papá después de su muerte, no tenemos que esperar para sanar con nuestros ancestros. Si viven, podemos hacerlo aquí y ahora para honrarlos, enraizarnos fuertemente y ocupar nuestro lugar.

@edoxvargas