Fiesta con pisco sour | El Nuevo Siglo
Jueves, 25 de Julio de 2019

El pasado 4 de julio se conmemoró el día de la independencia de los Estados Unidos de América y se me vino a la memoria una celebración en particular, la del año 2008, en la sede de la residencia del señor embajador americano en Israel, ubicada en la exclusiva zona costera mediterránea de Herzliya Pituach, cerca de Tel Aviv, donde también se localizaba la colombiana en esa época.

Eso fue 10 años antes del temerario traslado de la embajada americana de Tel Aviv a Jerusalén, medida contraproducente para el arreglo del conflicto pero que, además, constituye un acto de provocación extrema a unos fundamentalistas islamistas que tarde o temprano va a terminar en la masacre de los diplomáticos inermes frente a los petardos adheridos al pecho de unos jóvenes arrojados, quienes se han creído el cuento de ganarse un paraíso lleno de vírgenes si logran salir en átomos volando, abrazados de sus víctimas.

En esa fiesta había muchos invitados y una marcada ambientación peruana, muchachas en traje, decoración, música y platos típicos de ese país, incluyendo los infaltables ceviches de camarones y abundante pisco sour, el peruano, el original, porque los chilenos suelen disputarse su paternidad. Y, de telón de fondo, a manera de plato central, vimos cómo, en compañía del embajador americano y su consorte, se paraban para el saludo protocolario, dos personajes a quienes tuvimos la oportunidad de saludar y conocer, en la comitiva de nuestro embajador Juan Hurtado Cano: el expresidente peruano Alejandro Celestino Toledo, recientemente encarcelado en Estados Unidos en vía de extradición acusado, entre otras cosas, de haber recibido casi 40 millones de dólares de Odebrecht a cambio de otorgarle la construcción de la carretera Interoceánica que une Perú con Brasil, cuando era aún presidente, antes del 2006. Y junto a Toledo saludamos a un importante y enigmático personaje, patrocinador de la elegante fiesta americana: Josef Maiman, ciudadano judío-peruano, que en ese mismo año fue considerado por la revista Forbes como uno de los israelíes más ricos del mundo.

Vueltas que da la vida. Toledo y Maiman eran inseparables y se amangualaron para compartir el famoso CVY aprovechando que la firma Odebrecht estaba repartiendo plata en este continente y corrompiendo a todo el mundo, hasta en nuestra Patria, donde empieza a abrirse una tenebrosa caja de pandora. Ya en ese país costó la vida al expresidente Alan García hace tres meses, al ver que lo iban a encarcelar; al expresidente Ollanta Humala lo mantiene encartado y encarcelado, junto con su ambiciosa esposa, Nadine Heredia, procesados por lavado de activos y por recibir dinero ilícito para financiar sus campañas electorales; y al pobre Pedro Pablo Kuczynski, buen presidente, con muchas calendas encima, a quien tiene en detención domiciliaria porque su empresa unipersonal había hecho consultorías a empresas relacionadas con la malhadada constructora brasilera en la época en que era ministro de Hacienda.

Post-it. Y ahora, que el señor Maiman empezó a cantar en Israel, en hebreo, Toledo, medio “ebrio”, acaba de declarar al diario israelí Globes que el hombre lo engañó, lo traicionó y que “todo ocurrió a sus espaldas”. “Hasta ahora me entero”, pudo haber dicho, sin rubor.