La muerte de King Kong
Nada más inconveniente que una reforma constitucional con nombres propios, con beneficiados votando para sí, con una opinión pública abiertamente indignada y con un creciente descrédito de las diferentes ramas del poder.
Aprovecharon sin recato y sin pudor, unas necesarias reformas a nuestra justicia, para legislar a su favor y a favor de otros, y de paso violar elementales normas de nuestros códigos y de nuestra Constitución, como nos lo enseñaron con el famoso “articulito” de marras que convirtió un 4 en 8.
Tal y como suele ocurrir se aprobó una cosa, y al final salió otra. El “congresito”, que sesionó tras la Constituyente, acomodó cuanto se le ocurrió al texto final, y ahora fueron los conciliadores de Cámara y Senado, los que amañaron la norma según sus intereses y los de más de 1.500 corruptos que están investigados, o que han sido condenados. Y los mismos incursos, primero aprobaron en las sesiones ordinarias, normas que los exoneraran y luego cuidaron de que ello no se fuera a esfumar durante la conciliación.
Pero ahí no quedo la cosa. A puerta cerrada y excluyendo al ministro Esguerra, procedieron a incluir “articulitos”, que no fueron evacuados en las comisiones y plenarias de las dos cámaras durante los dos años de debates. Por ejemplo, en muchas ocasiones los magistrados de las altas Cortes, se manifestaron en contra del aumento de sus períodos de 8 a 12 años y esa iniciativa se plasmó en la Reforma, seguramente con la complacencia de algunos cobijados. Es decir, proliferaron los hijos de King Kong, ante un país estupefacto, atónito y absorto, que busca afanosamente una salida que le permita recuperar la confianza en su Parlamento, sus Cortes y su Gobierno.
La única víctima, hasta ahora, ha sido el ministro Esguerra, quien en un país que borró la “r” de sus diccionarios, puso la cara, asumió la culpabilidad que todos siguen eludiendo y conjugó el verbo renunciar.
Por ahora, hay millares de corruptos, azuzando a la opinión para que a través de demandas, o con una Constituyente, deje en firme la llave de las celdas y eviten la muerte de King Kong y sus muchachos.
Blanco. Parece que por fin la Autoridad de Televisión se puso las pilas para nuevos canales de televisión. Ojalá, no se quede en solo uno más.
Negro. Está bien que se pida a Santoyo que se presente. Igual deberían hacer los fugitivos.