GENERAL (R.) LUIS ERNESTO GILIBERT V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 10 de Julio de 2013

El paseo millonario (l)

 

No podemos dejar pasar este momento de enfado frente al paseo millonario, para tomar los correctivos del caso y acabar de una vez por todas con este flagelo, que consume  la tranquilidad ciudadana y la imagen del país;  el caso del agente de la DEA fue la gota que exacerbó la preocupación  de las autoridades y el Gobierno.

El presidente Juan Manuel Santos movilizó un encuentro con los componentes del  gremio desde sus diferentes intereses y responsabilidades,  reunión que terminó conformando una mesa de trabajo; no conozco la participación de la policía en dicho escenario, me imagino la más protagónica, pues el Comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá tiene claridad meridiana sobre la problemática y es la persona más indicada para presentar alternativas frente a este tipo de delincuencia; es saludable escucharlo antes de los conocedores que aterrizan en los temas posando de eruditos, o los gerentes interesados en sacar provecho de la situación; estoy seguro de que el alto consejero para la Seguridad Ciudadana, Francisco José  Lloreda, a quien conozco y admiro profundamente, auscultó los conceptos institucionales a fin de encontrar estrategias adecuadas para enfrentar  tan grave  situación.

 Leí en los medios  el diseño  del  plan contra este  delito, y  como se trata de  colaborar aportando, quiero hacer una serie se sugerencias salidas de mi experiencia profesional, arriesgando  tocar aspectos ya evaluados por los estudiosos del tema en las citadas reuniones. Entendemos que el paseo millonario no es una amenaza  de delincuencia común, ni siquiera organizada, tenemos verdaderos carteles con un crecido número de componentes dedicados al delito, quienes amparados en cierto desgreño del sector y planeando golpes apoyados en medios como radios,  vehículos y armas  entre otros, encontraron un caldo de cultivo atractivo para sus actividades delictivas. Se aconseja iniciar comprometiendo a los actores e identificando la responsabilidad que le cabe a cada elemento del rompecabezas llamado transporte público en taxi. Comencemos por las empresas, compañías o fundaciones como quiera que se llamen; estas organizaciones no tienen mayor compromiso con el gremio, pues solo afilian el vehículo con el fin de proveer la tarjeta de operación, reciben el monto de la afiliación, el pago de las cuotas y pare de contar, no controlan el vehículo, su presentación, mucho menos la calidad del servicio, de manera que son los convidados de piedra ante la problemática; recomendaría tender puentes contractuales con dichas empresas donde el propietario haga entrega del auto y la entidad asuma el control del conductor, su idoneidad, identificación, capacitación, adelantando estudios de seguridad, el estado mecánico del auto, su presentación, mantenimiento del equipo, equipamiento con  tecnología de punta, dotación de tarjetones inamovibles y visibles, sustentados en papel de seguridad, en una palabra administren. Por espacio hasta ahí  esta nota, la próxima va dedicada  al conductor.