GLORIA ARIAS NIETO | El Nuevo Siglo
Viernes, 13 de Diciembre de 2013

No es cuestión de Hermenegildo

 

Ni Petro ni Ordóñez me gustan, y sus  inteligencias y tendencias me parecen  antipáticas, manipuladoras y oportunistas.

El oscurantismo del Procurador, y su capacidad para satanizar lo que no entra en su arcaico esquema de normalidad, son ofensivos. Si no fuera ilegal ahogar entre espuma rosada, creo que él -tan casto- gustoso nos sometería al  remojo eterno, entre inmensos galones de Vanish ultra.

Y Petro, ni hablar. Por mi, requetebién ido; y celebro las medidas  que nos quiten de encima  la amenaza de tenerlo como presidente.

Pero en esta Colombia nuestra -tan linda y tan llena de cafres sueltos y de hampones gozando de cárcel con langostinos- la inhabilidad impuesta parece desproporcionada. Petro lesionó la ciudad y sus recursos, pero no es lo mismo ser inepto que ser ladrón, y creo que el tema del dolo, no está  claro.

Hasta el domingo, Bogotá estaba desesperada con Petro; su mix de resentimiento y prepotencia, su anti gestión y el rollo con las basuras, saturaron a los capitalinos. A Petro  “se le dijo” muchas veces, y no hizo caso. 

Pero -típico- a la voz de sanción, el pancake dio la vuelta: ya no es Bogotá la damnificada, sino Petro el mártir. ¡Fatal! Petro victimizado, es lo único peor que Petro alcalde. Y como nos encantan las arengas, sus discursos incendiarios son bocatto di cardenale… No di cardenale Ordóñez, sino di cardenale revoltoso.

Por mal que me caiga el Procurador, entiendo que él utilizó  un poder legítimamente conferido por la Constitución del 91. Sus atribuciones son desbordadas, y él, siniestro. Pero así está diseñada la Procuraduría, y su cabeza fue elegida, por Petro y otros ‘sabios’. Si hay que cambiar a la persona, y/o modificar los suprapoderes que  le dieron los constituyentes, perfecto; pero que lo hagan las instancias pertinentes; no los discursos populistas ni las revueltas callejeras.

En cinco días caímos en el petrojuego del martirologio; sin importar que la destitución se haya dado porque la Procuraduría probó y demostró que el Alcalde Mayor cometió ‘tres faltas disciplinarias gravísimas’, la cuestión va en que Ordóñez es ultragodo y se viste en un Hermenegildo Zegna; mientras  Petro viene del M-19, y compra su batica blanca en algún Hermenegildo Guáqueta. El tema no es por ahí, ni se trata de que la sociedad no perdone a los desmovilizados. Ahí está Navarro, muy respetado, y considerado en su momento, el mejor alcalde y el mejor gobernador de Colombia.

Petro ha caído en muchas imprecisiones: ni él es Gaitán, ni esto tiene por qué enterrar el proceso de paz; ni la decisión de Ordóñez es equiparable con el  extermino de la UP. El Opus Procuratore podrá ser un espanto, pero no es un criminal.

Así es que, mesura. A Petro, la destitución le quita la alcaldía, no la ineptitud; ergo, creo que la subida de su popularidad en los últimos tres días, no se debe a un ejercicio intelectual de los encuestados, sino a una respuesta primaria, de identidad con la 'víctima'. El peligro de este terreno emocionalmente minado, es que la violencia es un germen oportunista, y el pensamiento visceral le  alista el camino.

ariasgloria@hotmail.com