Conciliación
Existe consenso acerca de la conveniencia del cese del proyecto constitucional de reforma a la justicia y corresponde reflexionar sobre los eventos, incluyendo acciones futuras.
El colombiano es paciente y aguanta todo hasta la tolerancia del mal pero ahora no fue así, según se dice, gracias a las redes sociales y los medios de comunicación; ojalá lo sucedido sea el comienzo de una tendencia que caracterice a la sociedad. Sin embargo, cuando nuestros compatriotas han reaccionado, en el pasado, en ocasiones se han excedido y el actual es un ejemplo: las vías planteadas son la reedición de la asamblea constituyente y la revocatoria del mandato en cuanto al Congreso. La primera no es del agrado de quienes ven con desagrado un tercer período presidencial de Álvaro Uribe y ahí se incluye el autor de estas líneas. La segunda olvida que la tragedia se evitó y que muchas reformas pueden llevarse a cabo mediante procedimientos sencillos como leyes y decretos, cual lo insinúa Fernando Carrillo, y ¿resoluciones y el trámite anual del presupuesto nacional?
Es interesante anotar que el Polo Democrático Alternativo adoptó una conducta correcta, en lo básico, en el incidente actual en contraste con la gestión previa a la de Clara López en la alcaldía de Bogotá.
Se sugiere, en una muy primera fase, investigar el proceder de, al menos, diez de los doce integrantes de la Comisión de Conciliación. Se acoge la medida planteada por Simón Gaviria, quien preside la Cámara de Representantes, de crear una Comisión de la Verdad para examinar la actuación de los miembros del liberalismo participantes en la conciliación y esta propuesta es significativa al originarse en el director del partido liberal. Es claro que las restantes agrupaciones políticas vinculadas a la primera de las citadas Comisiones debieran proceder de manera similar. Un aporte interesante es el informe elaborado por el noticiero televisivo del diario El Tiempo, de amplia difusión, y que, se espera, haya sido riguroso al máximo en cuanto a metodología; sus miembros insistían en la “habilidad” de los parlamentarios, según se entendió, en el manejo del principio de consecutividad.
Han de reglamentarse aspectos como las objeciones presidenciales a reformas constitucionales y, asimismo, las funciones e integración de las Comisiones de Conciliación; es obvio que deben nombrarse a los congresistas más prestigiosos e intachables. No se descartan sorpresas.