Henry Bradford Sicard | El Nuevo Siglo
Jueves, 2 de Abril de 2015

UN VISIONARIO

Muere el padre de Singapur

Para  muchas personas, en esta zona del mundo, el nombre de Lee Kuan Yew puede no decir demasiado, incluso muchos no saben quién es, pero la realidad es que fue una de las personas más influyentes del mundo durante el siglo pasado; era un abogado chino, que estudió en una prestigiosa universidad de Londres. Lee, el llamado padre del Singapur moderno, murió la semana pasada a los 91 años de edad; él transformó de manera significativa esa compleja isla en un emporio de riqueza y desarrollo. Lee gobernó durante 31 años y transformó las instituciones del país, logrando que se convirtiera en uno de los principales centros económicos y comerciales del orbe.

Recordemos que Singapur es un territorio conformado por 63 islas, con tan solo 700 kilómetros cuadrados de extensión, carente de recursos naturales, incluso  agua potable, en el que viven más de cinco millones de personas hoy día, y que pasó en un par de décadas de la desesperanza y la pobreza, a la riqueza y la prosperidad. Este gran cambio económico y social es el resultado del trabajo decidido de Lee, quien ocupó el cargo de primer ministro de ese diminuto país Estado, durante el período comprendido entre 1959 y 1990 y que se mantuvo como asesor y mentor de su sucesor hasta los últimos días de su vida.

Algunas personas criticaban su forma de gobierno autoritario, pero la verdad es que le dio muy buenos resultados, pues convirtió un país vulnerable y pobre en una nación próspera e independiente.

Lee concentró esfuerzos en intensificar la educación en su país a través de un modelo innovador, con altos componentes de creatividad, apertura y universalidad, logrando que su población estuviera abierta al mundo, a la globalización y a la multiculturalidad. Para él fue siempre muy importante el énfasis en el género femenino y afirmaba que en su país las mujeres debían ser muy bien educadas porque las madres instruidas son garantía de unos hijos bien educados.

También desarrolló espacios de formación en ciencia y tecnología, con lo que consiguió que su población estuviera en capacidad de agregar valor a bienes y servicios, para convertirse en epicentro de innovación. De igual forma, su estrategia de apertura a la inversión extranjera, de seguridad jurídica y de medidas tributarias atractivas, convirtieron a este pequeño país en uno de los más apetecidos para empresas multinacionales que buscaban desarrollar negocios con diversos países de Asia. Singapur se transformó rápidamente en un epicentro comercial, con la infraestructura portuaria más importante del mundo.  

Para Singapur, el principal recurso es el humano; Lee siempre promulgó la meritocracia erradicando gran parte de la corrupción existente, mantuvo severas restricciones sobre la libertad de expresión y sobre la oposición, con un estilo de gobierno de mano dura, pero a la vez con una gran apertura al mundo para transformarse en uno de los países más ricos de la tierra, con un Producto Interno Bruto per cápita cercano a los 60 mil dólares, uno de los más altos del planeta.