HORACIO GÓMEZ ARISTIZÁBAL | El Nuevo Siglo
Domingo, 29 de Diciembre de 2013

Soluciones a la impunidad

 

En Colombia no existe la carrera deInvestigador Penal. La investigación de un crimen es actividad primordialmente técnica. Fallar un proceso implica formación jurídica. La investigación debe encomendarse a funcionarios especializados en Criminalística,conocedores no solo del procedimiento penal, sino de numerosas ciencias auxiliares como son: la planimetría, dactiloscopia, toxicología y numerosas disciplinas más. El buen investigador nace y se hace. Algunas personas nacen intuitivas, maliciosas, sagaces, astutas, creativas, reflexivas, analíticas. Y si a estos atributos se suma el estudio, la formación cultural y la experiencia, el rendimiento del investigador será superior. De otra parte si el fiscal o quien averigua se dedica a un solo crimen en particular las probabilidades de acertar serán más evidentes.

Ejecutado y descubierto un delito, lo primero que se ofrece a la observación del agente de policía y del juez, es el triste espectáculodejado por el criminal: la casa asaltada, los objetos  violentados, los closets abiertos y su contenido en desorden en el suelo: los cadáveres de las víctimas tendidos en el piso, entre charcos de sangre etc. Investigar un delito es difícil. Se requiere capacidad y elementos técnicos. El investigador colombiano lucha con muchas carencias. Los sueldos no siempre son los más deseables. Promiscuan demasiado. Son instructores “orquesta o toderos”. Y el que sabe de todo no sabe de nada. Siempre lo repito en mis libros: “No existen crímenes perfectos; existen investigaciones imperfectas”. Ferri sostenía que algunos crímenes misteriosos resultan tan impenetrables, que hacer claridad, es como reconstruir un espejo roto en mil pedazos. En nuestro país un jovencito recién graduado se inicia haciendo investigaciones muy complejas y oscuras. ¿Y qué sucede al final? Que un proceso mal estructurado es como un edificio mal cimentado, fracasa y se derrumba. Al contrario, un caso con pruebas sólidas cualquiera puede sentenciarlo.

Tenemos que profesionalizar aún más la carrera de investigador. No todo se resuelve a “ojímetro o con olfato indígena”. La falta de credibilidad en nuestra justicia nos ha llevado a que solo un 60 por ciento de los hechos ilícitos consumados llega a conocimiento de los investigadores, y de este porcentaje casi el 92 por ciento termina fracasando. El que cometa infracción tiene más de 90 por ciento de probabilidades de que no le va a pasar nada.

Otro aspecto desmoralizante de la justicia penal en Colombia es que el 70 por ciento de los delitos los realizan reincidentes. En nuestras cárceles “los buenos se vuelven malos y los malos se vuelven peores”. Las cárceles fueron inventadas para socializar al sindicado y no para corromper, para mejorar a la población cautiva y no para envilecerla.

Desde la época romana se repetía ‘dadme la prueba y os daré el derecho’. La prensa publica informaciones escalofriantes, por ejemplo, NN es puesto en libertad por décima vez. ¿Por qué? Pues aunque ha cometido un delito no se pudo recaudar la prueba indispensable para retenerlo en el panóptico. Sin investigación eficaz resulta imposible que opere el Código Penal.