HORACIO GÓMEZ ARISTIZÁBAL | El Nuevo Siglo
Viernes, 13 de Julio de 2012

Dramas de la vejez

 

Para algunos escritores el hombre niño es un ángel, el joven un dios, el maduro un creador y el anciano un impotente. Todo esto es relativo. El niño es en realidad un ser en desarrollo. Necesita nutrición, abrigo, afecto, impulso. El joven no es un dios. Todas las mitologías representan a la juventud como la dueña del  poder. No siempre la juventud implica o involucra poder. El poder no llueve del cielo, el poder hay que conquistarlo. El joven no es un poderoso por razón de su corta edad. Está sometido a otros poderes, políticos, económicos, mentales.

En la edad madura no siempre se es un creador. La edad madura es ante todo responsabilidad, compromiso y limitación moral. Es cuando se recoge el fruto de lo sembrado.

No hay que desvalorizar la ‘ancianidad’. Puede y debe ser la etapa más feliz de la persona, que con talento y disciplina programó y organizó su vida para que culmine con toda clase de satisfacciones. Infortunadamente no siempre es así. No por razones cronológicas, sino por desorden, imprevisión y a veces irresponsabilidad.

Multitud de factores conducen al suicidio al anciano. La soledad, el aislamiento, el abandono, la incomunicación,  la miseria, la enfermedad terminal, contrariedades, desilusiones, frustraciones… Son tantos los motivos desencadenantes de esta trágica decisión. A lo anterior se suma el estímulo de la confusión mental. Hemingway, rico, famoso y poderoso, se suicidó, según algunos víctima de trastornos psíquicos. Miguel Ángel, con cerca de 90 años, continuaba ejecutando obras que asombraban y siguen impresionando al mundo. Europa fue reconstruida por ancianos maravillosos como Churchill en Inglaterra, Adenauer en Alemania y Charles de Gaulle en Francia.

No somos dueños de la vida propia ni de la ajena; no podemos disponer de ella. La Iglesia Católica ha sido estricta en este tema. Ninguna sepultura cristiana a los que se autoeliminan. Hace excepciones, cuando se prueba que el suicida tomó su determinación afectado por alteraciones mentales.

El instinto de vivir predomina. Aun en los animales y en las plantas se confirma. Ningún ser normal quiere destruirse. Siempre se mira la muerte como algo indeseado, inoportuno, rechazable. Se inventan medicinas, tratamientos y sistemas para prolongar la vida. La vida significa disfrutar mil placeres, afectos y realizar toda clase de proyectos. Quien no piense así se encuentra mal del cerebro.

La muerte, afirma Antonio Mazo, es mal grave. Con ella terminan nuestras posibilidades temporales y quedan truncas las ambiciones. Morir es dejar las riquezas, los seres queridos, lo que hemos forjado.