Jaime Alberto Arrubla Paucar | El Nuevo Siglo
Jueves, 16 de Abril de 2015

UN DESPROPÓSITO

La Vicepresidencia de la República

La  Vicepresidencia de la República en los términos de hoy,  es una institución nueva, creada por la Constitución de 1991 para remplazar la figura del Designado que traía la anterior Constitución y se consagró emulando precisamente la estructura de la figura anterior. Se pensó que su misión fundamental era la de remplazar al Presidente de la República en sus faltas temporales o absolutas, pero sin crear un cargo burocrático con funciones propias como tal,  por ello se dijo en la misma Constitución que el Presidente podría asignarle las misiones o los encargos que a bien tuviera, o designarlo en un puesto en la rama ejecutiva.

Tal vez por ello no se crearon inhabilidades al Vicepresidente  para aspirar a futuros cargos de elección popular, incluyendo la misma Presidencia de la República; porque en principio, no cumple función alguna dentro de la estructura de la rama ejecutiva, salvo la expectante, en caso de que algo suceda al Presidente, para proceder a remplazarlo.

Por supuesto, que si el Presidente lo nombra Ministro, Embajador o Consejero Presidencial, como ha ocurrido en el pasado y en el presente,  el estatus de su cargo en la rama ejecutiva, como tal, es el que indica las inhabilidades o incompatibilidades que debe tener para todos los efectos legales, incluso para aspirar a la Presidencia de la República. Así las cosas, el Vicepresidente no tendría que renunciar a su posición vicepresidencial para aspirar a la Presidencia de la República; simplemente se podría retirar del cargo para el cual fue designado por el Presidente, con la antelación debida, seguiría siendo Vicepresidente sin encargo, misión o designación en la rama ejecutiva y nada pasaría.

Pareciera que por el protagonismo del actual Vicepresidente, que en realidad de verdad, es un Consejero Presidencial, con misión especial dada por el Presidente, sus eventuales contendores políticos, han querido aprovechar el momento de la discusion del equilibrio de poderes, para desequilibrar la balanza electoral, proponendo una inhabilidad de cuatro años que no tiene ni pies ni cabeza, sino la mórbida finalidad de sacarlo del juego electoral en el  próximo debate.

Establecer inhabilidades al Vicepresidente por el mero hecho de serlo, sin que el Presidente le asigne encargo, misión o lo designe en un cargo, es absurdo, no se compagina con el diseño de la Constitución que lo concibe como una dignidad en conserva o en espera, la sustituye y nos pone en la penosa tarea de tener que buscar un remplazo al Vicepresidente, si decide aspirar a la Presidencia, cuando le bastaba renunciar a la misión, encargo o cargo para el que había sido designado.

Darle fuero es otro despropósito, pues ello depende es del cargo o la misión que le encomiende  el Presidente de la República.

Lo que se va a hacer es  remplazar el diseño de la Constitución por una coyuntura política, cambiando la estructura de la rama elejecutiva, dando funciones y cargo al Vicepresidente, que no quiso  darle la Constituyente del 91.