JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 12 de Julio de 2012

Locombia

 

Los acontecimientos de cada semana saturan la temática propia para un guión cinematográfico, con episodios encadenados que muestran la verdad colombiana.

Violencia, corrupción, crudeza, mentira y humor ramplón, contrastan con el olvido de lo prioritario para la ciudadanía en general.

La fiesta de narcotraficantes en isla Múcura tiende a convertirse en un novelón por dentro; por fuera, asombra que autoridades civiles y militares no vieran desde la costa del Caribe las constantes visitas a ese hotel, en terreno que, según Incoder, es baldío.

¿Quién autorizó el funcionamiento hotelero en esa isla, supuestamente abandonada?

Las escenas cambian como en comedia de varios actos. La Asociación de Empresarios pidió a Uribe y Santos bajar el tono de su pelea que significará un frenazo en los índices económicos y un retroceso en el devenir político, comparable con el enfrentamiento entre los presidentes Obando y Mosquera, sepultados en las páginas de la historia.

Entre tanto, la Justicia es un ring boxístico, entre fiscales y abogados, alrededor del caso Colmenares, el crimen de más resonancia en los últimos años. Es folleto novelístico, donde todos se ofenden y todos se demandan.

Luego una actriz de televisión que escribe en una revista femenina hizo una crítica grotesca a las mujeres gordas. La razonable protesta provocó un debate de iguales proporciones a la fracasada Reforma a la Justicia. Varios medios se excedieron en buscar reacciones sobre el tema reprochable.

Es otra muestra de lo mediático. Si es light tiene importancia suprema y amerita, según ese concepto, dedicar horas enteras a repetir la controversia.

Un noticiero de TV detalló de manera didáctica el asalto a un autobús en el Huila. No plantearon las falencias de seguridad en el transporte de pasajeros y menos la carencia de controles en el funcionamiento de esas empresas. El show era mostrar el atraco.

En Popayán, la Gobernación dice que en los últimos 10 años han efectuado 17 consejos de seguridad y todavía están ahogados por la presión de la narco-guerrilla.

Y la locura poco importa en la tierra del vallenato, así haya municipios sin acueducto ni alcantarillado, como Pelaya (Cesar), sumidos sus pobladores en un verdadero drama de insalubridad, con presupuestos manejados por la para-política, según sus habitantes.

El cuadro se completa con hospitales públicos en crisis hace varios años; la mayoría asaltados por supuestos líderes políticos o corruptos del común, como en el caso de los de la Red del Distrito Capital.

Por esto tiene vigencia el calificativo de Locombia que hizo en 1976 el columnista Alfonso Castillo Gómez.

Locombia no sabe para dónde va. Esa es la otra cara del país.